Ahora es habitual evaluar los primeros cien días de un nuevo mandatario,
como forma de valorar las capacidades que perfila el gobernante, su estilo, su
carácter y su relación con los gobernados; aunque todos los analistas coinciden
en señalar que es poco tiempo para medir las calidades de un alcalde y menos
valorar si su gestión ha sido buena o mala.
En el caso de Bogotá el alcalde Peñalosa ha presentado un primer balance,
mirando la gestión de su antecesor con un fantasmal Libro Blanco anunciado en
los medios e inaccesible a la ciudadanía y presentando un conjunto de acciones
puntuales en materia de seguridad, movilidad, salud, espacio público y
recreación.
Iniciado lo que corresponde a su segunda administración y delineados los
elementos de política pública para poner en marcha su programa y la anunciada
recuperación de la ciudad para todos, empezando por poner la casa en orden,
resulta pertinente realizar un balance de los fundamentos esbozados en este
nuevo gobierno de Peñalosa,
en la intuición que más que una propuesta de transformación y cambio de la
ciudad, pareciera que nos encontramos con una apuesta de continuidad y
restauración vinculada a una visión urbanística del Siglo XX muy cercana a la
gestión de su primera administración.
En efecto, estos primeros cien días de gestión permiten ya un análisis
de la visión técnico gerencial de los asuntos públicos, de su relación con el
mercado, al igual que una mirada al modelo de ciudad y sus propuestas en los
temas más complejos y urgentes de Bogotá. Este gobierno se enmarca en un
proceso de alternancia democrática, que debía hablar de la madurez de nuestra
ciudad y sus instituciones, pero no se puede olvidar que después de doce años y
tres mandatos de movimientos de izquierda, la derecha ganó la alcaldía de
Bogotá y se observa un clima de euforia en los medios y en otros sectores, que
quieren hacer creer a la opinión que pueden volver a ser protagonistas de la
historia contemporánea de la ciudad, sin abandonar las prácticas que los han
acompañado en años de vida republicana, generando exclusión, violencia, pobreza
y carruseles.
¿Bogotá mejor para todos?
El 25 de octubre de 2015, Peñalosa,
con un 48,5 por ciento de abstención, obtuvo el respaldo de solo el 33.1 por
ciento de los electores, casi la misma proporción de Petro en octubre 30 de 2011 (32.1%), además,
como lo anotó Mario Noriega “[…] la ciudad claramente está dividida en dos. Peñalosa ganó en el norte (7 localidades) y
Pardo ganó en el sur (11 localidades).
Clara López solo ganó en dos localidades. La ciudad conquistada
corresponde solo al 35 por ciento del territorio urbano donde habita el 44 por
ciento de la población. El resto todavía hay que ganarlo” (1). Señalaban la
necesidad de una convocatoria amplia y pluralista a la ciudadanía para
construir una gran mayoría para gobernar la ciudad.
Así lo advirtió Juan Lozano, quien indicó que “El reto de Peñalosa,
a punta de buena gestión y resultados, consiste en aumentar progresivamente sus
niveles de apoyo. Peñalosa es capaz, disciplinado y laborioso.
Conoce a Bogotá mejor que nadie y debe tener claro que el éxito de algunos
megaproyectos dependerá en buena medida del respaldo ciudadano mientras se
ejecutan, por lo cual debería procurar, con humildad y diálogo popular, mejorar
su nivel de aceptación” (2).
A pesar de un lema aparentemente atractivo y sencillo “Bogotá mejor para
todos”, Peñalosa
y su equipo no convocan a la participación pluralista, a la edificación de
consensos incluyentes y a la concertación para que efectivamente sea una ciudad
de todos y todas. Por el contrario, cualquier manifestación de conflictividad
social o protesta ciudadana es tratada como asunto de orden público, acudiendo
al Esmad y no al diálogo y la mediación. La recurrente inconformidad por el mal
funcionamiento de Transmilenio o el desalojo de los vendedores ambulantes son
expresión de problemáticas sociales que deberían ser atendidas, escuchadas y no
inmediatamente reprimidas a bolillo.
La consulta y deliberación del Proyecto de Plan de Desarrollo 2016-2020³
es una clara muestra del desprecio por la participación y su consideración como
un requerimiento solamente formal y limitado a la exposición de “ideas” y no un
instrumento democrático de discusión y examen del futuro de la ciudad. La
“Estrategia de Participación Ciudadana en la Formulación del Plan de Desarrollo
Distrital 2016-2020” ha privilegiado la consulta en un sitio virtual que tiene
como característica la impersonalidad, la ausencia de diálogo y la carencia de
respuestas a la ciudadanía (4), contemplando solamente la realización de trece
eventos, siete Foros Temáticos y seis Sesiones Interlocales, para debatir la
principal política pública de Bogotá, desconociendo la riqueza, la diversidad,
la pluralidad y los territorios de Bogotá (5).
Así que la pregunta es ¿si es posible construir una Bogotá para todos
sin la existencia de diálogo, sin procesos de concertación y con la más
absoluta indiferencia y desdén por la participación ciudadana?
Modelo de ciudad: expansión y segregación social
La visión urbanística de Peñalosa en el 2016 no dista nada de la puesta
en marcha en su primera administración en 1997. Así como en ella tuvo la
oportunidad de incidir en el POT capitalino, en el presente su gobierno
establecerá las normas de ordenamiento territorial que estarán vigentes por lo
menos hasta el 2030, con el riesgo de consolidar una ciudad segregada,
conurbana con los municipios vecinos y con serios problemas de movilidad y
sostenibilidad ambiental.
En materia de vivienda el Alcalde lanzó el ambicioso programa “Ciudad
Paz” que “busca habilitar 15.000 hectáreas en el norte y oriente de Bogotá y
urbanizar zonas de los municipios de Mosquera y Soacha para suplir la creciente
demanda de vivienda de la capital. La Alcaldía estima que, antes de terminar su
cuatrienio, se podrían construir más de 300.000 viviendas con transporte masivo
[…]6 “También y acaba de lanzar junto al gobierno nacional un programa de
vivienda de 80.000 mil soluciones.7 ¿Qué significan estos ambiciosos proyectos urbanos
y de vivienda?
Por lo menos tres grandes desafíos para la ciudad.
Primero,
ahondar la segregación socio espacial vigente en la ciudad desde hace muchos
años, condenando a los sectores de medianos y bajos ingresos a vivir en la
periferia, o en los municipios cercanos, alejados de sus sitios de trabajo, en
ocasiones en zonas de riesgo por inundaciones o por deslizamientos en barrios
homogéneos donde se concentran problemáticas sociales (carencia de empleo, de
espacios educativos, de atención en salud y de transporte digno y oportuno), de
seguridad y convivencia. Bogotá va camino a repetir lo ocurrido en la mayoría
de ciudades del país con los programas de vivienda gratis, que hoy son una de
las preocupaciones más grandes para los mandatarios locales.
Segundo,
abandonar la intervención del Distrito en la revitalización del centro ampliado
de la ciudad, propiciando su deterioro y conminando a los habitantes
tradicionales de estos sectores al paulatino menoscabo de sus condiciones de
vida y a la constitución de oportunidades de negocio para grandes operaciones
inmobiliarias que solo benefician al gran capital.
Tercero,
un alto impacto ambiental porque estos proyectos afectan de manera importante
la sostenibilidad de la ciudad, su capacidad de adaptación y mitigación al
impacto del cambio climático, al intervenir zonas de conservación o ecosistemas
frágiles. Se hace referencia a los cerros orientales, al Río Bogotá, al Páramo
de Sumapaz y a la Reserva Natural Productora Thomas Van Der Hammen.
El caso de la Reserva es sintomático de la visión ambiental de Peñalosa
y su desprecio por las normas y la ciencia. La Reserva, un espacio de 1.396
hectáreas, fue creada en el 2000 por resolución 0475 del Ministerio de Ambiente
y Desarrollo Sostenible, en el 2011 la CAR hizo la delimitación (acuerdo 011).
Luego, en el 2014, definió el plan de manejo ambiental (acuerdo 021), un pedido
que le hizo el ministerio en el 2000 y que debió aplazarse hasta que el Consejo
de Estado resolvió una demanda del propio Peñalosa. En materia científica, este espacio
natural es uno de los más estudiados en Colombia, como lo certifica
reiteradamente la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales,
quien reseña más de 55 investigaciones en diversas disciplinas, que confirman
la importancia de mantener este espacio.
En tanto la prioridad para la ciudad debería ser apostarle al Plan de
Manejo de la Reserva con recursos y programas que permitan su renaturalización,
su restauración ecológica y constituir este espacio como un gran parque, el
Alcalde Mayor afirma desde el 16 de enero de 2015 que “La reserva es la única
del mundo que no tiene árboles, son potreros” y que “No hay estudio que la
sustente”. Por el contrario insiste en anunciar que solicitará al Consejo
Directivo de la CAR la sustracción del 93 por ciento de la Reserva, para
destinar estos predios a sus proyectos de vivienda. Acompaña este anuncio con
una propuesta que ha sido presentada desde hace unos años por una entidad
denominada Asodessco, que reúne a algunos de los propietarios con intereses
inmobiliarios que quiere aprovechar la plusvalía que se generaría con la
reversión de esta área que además tiene la condición de zona rural, en predios
urbanos.
Por lo demás, está documentado que en el POZ Norte8, existen predios
equivalentes a dos veces Ciudad Salitre, que como proyecto urbanístico tardó 35
años en desarrollarse, para urbanizar de manera inmediata que podrían ser
utilizados por la Administración en sus proyectos de vivienda, sin intervenir
la Reserva, pero despierta suspicacias la insistencia de Peñalosa
en acabarla, agravadas ahora por la evidencia de que altos funcionarios de su
gobierno poseen predios allí, aunque él lo considere irrelevante, como lo son
también algunos de los constructores, los más importantes financiadores de su
campaña.
Plutocracia y gobierno: la visión técnico gerencial de la administración
pública de Peñalosa
Peñalosa
se promociona desde años atrás como un técnico y un mejor gerente, con
decisiones políticas impolutas. Sin embargo, en el corto tiempo transcurrido de
su segunda administración ha dejado entrever la frecuente ausencia de criterio
técnico y decisiones gerenciales inexplicables, con altísimos costos para la
ciudad y que realmente significan proyectar intereses de grupos de poder de la
ciudad.
En el caso del Metro, empezó por descalificarlo declarando
que “El diseño del metro lo hizo un funcionario del IDU lavándose los dientes”.
Luego ignoró ocho años de estudios técnicos y ciento treinta mil millones de
pesos invertidos, que definieron el trazado y la ingeniería básica. Ahora, sin
ningún fundamento técnico y solo argumentando el costo, ha decidido que el
Metro debe ser elevado. Peñalosa afirmó recientemente “Para que
comencemos a hacer la línea del metro, sin que nos guíe la emoción sino la
razón, tenemos que entender y aceptar que la inmensa mayoría del transporte
público en Bogotá, de los próximos 100 años, seguirá basado en buses, y que Transmilenio
además hace lo mismo que un metro”9.
Hoy se desconocen los estudios del Metro elevado, nadie sabe el costo
estimado de su construcción y lo único que podremos esperar es que el
presidente hasta hace poco de la Junta Directiva del ITDP (Instituto para el
Transporte y el Desarrollo) de Nueva York, uno de los mayores promotores en el
mundo del BRT (Bus Rapid Transit, en castellano Transmilenio) y financiado
entre otras empresa por Volvo, Peñalosa, este ganando tiempo y recursos para
completar su red de buses en desmedro de una modalidad de transporte rápido, de
alta capacidad, no contaminante y que no lacera la ciudad, como es el Metro
Subterráneo.
La eventual privatización de la ETB, es otro ejemplo de la visión del
patrimonio público que tiene Peñalosa y el gerente por el designado el señor
Jorge Castellanos. Haciendo honor a su enunciado de que “las decisiones bajo mi
alcaldía no serán emocionales ni políticas”, por lo cual uno se pregunta ¿entonces
atienden a que intereses? En efecto, desde el inicio de la administración tanto
el Alcalde Mayor como el Gerente de la empresa de telecomunicaciones se han
dedicado a desprestigiarla, lo cual para una sociedad que cotiza en la bolsa es
catastrófico. Esto resulta inexplicable por dos razones. Una, por la evidente
recuperación de la ETB en los últimos años, que hoy es un competidor calificado
en el mercado de mayor potencial en las telecomunicaciones, con la instalación
de la red de fibra óptica, la venta de servicios de alto valor agregado
vinculados con la internet como la televisión, la transmisión de datos y su
potencial en el mercado de la telefonía celular.
Otra razón, es de carácter estratégico para la ciudad. La ETB es
patrimonio de los bogotanos, garantiza la cobertura de sus servicios a los
sectores populares a costos razonables, con alta calidad y posibilita entrar en
el desarrollo de industrias del conocimiento que constituyen un factor de
competitividad para el futuro económico del Distrito. Entonces, ¿por qué, para
qué y para quién privatizarla?
Empieza a verse en la ciudad un modelo de gestión que privilegia la
intervención del mercado en los procesos de contratación y ejecución; que en
nombre de la eficiencia y eficacia transfiere a privados la prestación de
servicios, aprovechándose de la facilidad que representa contar con una mayoría
aplastante y complaciente en el Concejo capitalino, integrada por algunas
personas, partidos y movimientos viudos de poder y que en el pasado auparon modalidades
de corrupción y clientelismo, facilitados por el autismo de los entes de
control que olvidaron el activismo que tuvieron en los años recientes.
Corresponde a la ciudadanía defender el interés general y hacer uso de los
mecanismos de control contemplados en la constitución nacional para que el
patrimonio y presupuesto público no culmine atrapado en la voracidad de los
intereses privados.
* Sociólogo, DEA en Estudios Políticos, Candidato a Doctor, Universidad
Pierre Mendes France, Grenoble II. Ex Subsecretario de Planeación de la
Inversión del Distrito entre 2012 y 2014. @katzmauricio
1 Mario Noriega T. “El reto es grande y el tiempo es corto”, El Tiempo, 03/01/2016.
2 Juan Lozano, “Cinco retos de Peñalosa”, 03/01/2016.
5 En el Plan de desarrollo Distrital 2012-2016 Bogotá Humana el balance
de participación fue: “En este sentido, 268.487 ciudadanas y ciudadanos
debatieron y propusieron 64.338 aportes, de los cuales, el 80,5% fueron el
insumo fundamental para la construcción de programas entre los que se destacan
movilidad humana, territorios saludables, gestión del riesgo, construcción de
saberes, primera infancia”, Página 1, Logros SDP Bogotá Humana planeación con
participación ciudadana, 2013.
6 http://www.elespectador.com/noticias/bogota/listo-gerente-urbanizaria-van-der-hammen-articulo-614064
7
7
http://www.elespectador.com/noticias/bogota/bogota-se-construiran-80-mil-viviendas-dos-anos-articulo-612856
8 El POZ Norte es la estrategia de planeación urbana y medio ambiental para 2,014 hectáreas del Norte de la ciudad, de las cuales 466 hectáreas, cerca de dos veces Ciudad Salitre, son suelo desarrollable. El proyecto busca asegurar la sostenibilidad de humedales y bosques nativos de la zona así como conectar los cerros orientales con la sabana del río Bogotá.
Visto 1275 veces8 El POZ Norte es la estrategia de planeación urbana y medio ambiental para 2,014 hectáreas del Norte de la ciudad, de las cuales 466 hectáreas, cerca de dos veces Ciudad Salitre, son suelo desarrollable. El proyecto busca asegurar la sostenibilidad de humedales y bosques nativos de la zona así como conectar los cerros orientales con la sabana del río Bogotá.
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