Agrupados en una supuesta
"apoliticidad", algunos de los más ricos de Colombia y de su capital,
al conformar ProBogotá el 1 de agosto de 2014, oficializaron e hicieron pública
su decisión de recuperar la principal ciudad del país para sus intereses.
Rafael Pardo, Peñalosa, y Francisco Santos, son sus candidatos.
¿Lograrán su propósito?
¿Quién conforma PB? Setenta de los
tradicionales dueños de la ciudad, de los dueños del país: los grupos
financieros Bolívar-Davivienda, Colpatria, la Organización Luis Carlos
Sarmiento Angulo (y por consiguiente El Tiempo), el Grupo Santodomingo, el
Grupo Corona, la revista Semana; el grupo industrial Haime, el grupo Pedro
Gómez, Avianca, Alquería, Amarilo, además de grupos extranjeros como Citi, IBM,
Microsoft, ExxonMobil, Terpel, McKinsey, por solo mencionar los principales.
Allí está concentrada, entre PA y PB, el gran capital que controla de manera
hegemónica a Colombia.
Con una agenda claramente política, así lo
niegue públicamente, ProBogotá –PB– se lanza por la reconquista de la alcaldía
de Bogotá tras doce años de ausencia del gran capital en la administración
directa de la mayor urbe del país. Creada a mediados del año pasado, este
tanque de pensamiento, conformado y financiado por las empresas y grupos
empresariales de mayor músculo financiero, no solo locales sino también
extranjeros, se propuso, como primer gran objetivo, retomar el poder capitalino
para los intereses del gran empresariado.
En Colombia, esta no es la primera
iniciativa de este tipo. Desde hace varios años opera ProAntioquia –PA–, que
reúne a las empresas del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), PA (que tiene en
su base al grupo Argos, Celsia, Isagen, Haceb, Éxito, Sura, Orbis, Mineros,
Familia, Protección, y también Renault, El Tiempo, ExxonMobil, Siemens,
Deloitte), así como a otras nacionales y extranjeras, y cuyo propósito
principal, aunque no público, es hacer elegir al alcalde de Medellín, al
gobernador de Antioquia y los alcaldes de otros municipios claves en la
geografía antioqueña y, en consecuencia, sustraer las administraciones del
departamento y sus principales municipios de gobiernos con vocación
auténticamente democrática. Y basta con mirar los resultados de las elecciones
en ese departamento durante los últimos años para comprobar la eficacia que ha
tenido este tipo de proyectos; gracias, en gran parte, a disponer, de manera
abundante, del recurso más escaso para cualquier proyecto político y el que
mueve todos los demás: el financiero.
Se trata de un modelo de intervención para
gestionar ciudades a partir de la injerencia de lo privado en lo público, dentro
del espíritu más audaz y avasallador de la economía de mercados. Lo ocurrido
aquí es una réplica de otros experimentos realizados en ciudades como Londres,
Barcelona, Sidney, Auckland, Berlín y Toronto, en donde las grandes fortunas
del capital se ponen al servicio de iniciativas hegemónicas para postular,
hacer elegir y luego controlar a alcaldes y gobiernos locales cercanos a los
intereses del sector empresarial. De esta forma, sitúan a través de sus
inagotables formas de financiación, de la gestión del conocimiento, de la
influencia y articulación de sus capacidades empresariales, a unos gobernantes
"amistosos" (business-friendly), para que sean dóciles a las demandas
cada vez más voraces de los grupos que encuentran en la grandes ciudades, como
Bogotá, un terreno fértil de mercado para su usufructo, en detrimento de las
necesidades más amplias y urgentes de tipo social que padecen los grandes
conglomerados urbanos.
Este movimiento, impulsado por inmensas
fortunas de empresarios y que ya tiene dimensiones globales, es una reacción a
la tendencia de muchísimos años de las grandes ciudades de elegir de manera
consistente, alcaldes de izquierda, gracias a los enormes bases de
trabajadores, estudiantes y trabajadores que se concentran en las ciudades. Es
así como Roma, París, Madrid, Sao Paulo, entre otras, se han caracterizado por
elegir alcaldes comprometidos con las causas sociales de los más
desfavorecidos.
La ciudad como negocio - No es una casualidad que PB surja a mediados del 2014, a poco más de un año de las elecciones que tendrán lugar en el próximo octubre, el tiempo suficiente para poner en marcha toda una serie de mecanismos y dispositivos de poder para asegurar, que en el palacio Liévano se siente, a partir del primer de enero del 2016, un alcalde que obedezca a sus propósitos. Por ello, no es sorprendente la estrategia de haber impulsado tres candidatos representantes de los grupos de poder económico, como Peñalosa, Santos y Pardo, todos a cual más cercanos al gran capital, para contrarrestar y atajar la indudable fuerza que desde un comienzo mostró la candidata del Polo, Clara López, buscando con esta estratagema, diversificar las opciones del electorado conformado por una cada vez mayor clase media, para intentar así debilitar el voto social y popular que ya ha adquirido la disciplina de votar por candidatos de talante democrático.
Para el director ejecutivo de PB, Luis
Guillermo Plata, exministro de Comercio del gobierno de Uribe y alfil del
uribismo, la coyuntura actual es "una oportunidad única" para
reconquistar el poder para el sector privado. Afirma, en el documento llamado
Propuestas de PB para la nueva administración distrital 2015-2019: "Para
PB el momento actual representa una oportunidad única de contribuir a que los
siguientes 4 años se traduzcan en un avance significativo en el proceso de
transformación y crecimiento armónico hacia una ciudad-región que sea un mejor
lugar para vivir, y trabajar e invertir. Y esta es precisamente nuestra razón
de ser". (El énfasis es nuestro).
El 1 por ciento ¿Quién conforma PB? Setenta de los tradicionales dueños de la ciudad, de los dueños del país: los grupos financieros Bolívar-Davivienda, Colpatria, la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo (y por consiguiente El Tiempo), el Grupo Santodomingo, el Grupo Corona, la revista Semana; el grupo industrial Haime, el grupo Pedro Gómez, Avianca, Alquería, Amarilo, además de grupos extranjeros como Citi, IBM, Microsoft, ExxonMobil, Terpel, McKinsey, por solo mencionar los principales. Allí está concentrada, entre PA y PB, el gran capital que controla de manera hegemónica a Colombia.
A pesar de llamarse a sí misma como entidad
"apolítica", basta con conocer sus programas, iniciativas y
publicaciones para revelar que su intención principal es tener una injerencia
grande en la gestión de lo público. Desde su enfoque estratégico de
"Pensar, Proponer e Influir" se vislumbra lo que admite, de manera
explícita, como un "primer frente de trabajo" y es, "liderar el
cambio que impacte significativamente la vida de millones de ciudadanos al
impulsar una visión de largo plazo, al 2038, para la Región Capital" que
se abre a la vez en una triple estrategia de inconfundible sabor neo-liberal: desarrollo
económico, desarrollo urbano sostenible y calidad de vida; una agenda hecha a
la medida de los intereses de la gran acumulación de capital.
Bastaría con auscultar las finanzas de las
campañas del trío Pardo-Santos-Peñaloza, para detectar las líneas de
alimentación que van desde los animadores de PB con las respectivas campañas de
estos candidatos, que disputan por estos días, codo a codo, la simpatías de los
bogotanos con la principal candidata de la izquierda. En realidad, a PB le da
lo mismo que quede cualquiera de estos tres; al abrir el abanico de candidatos
neoliberales, se logra de manera paradójica, quitar cualquier acusación de
apoyar a un candidato particular o de ser considerada esta una entidad con
favoritismos políticos. El objetivo, por ahora, es arrancarle a la izquierda el
gobierno de la capital del país, conseguido de manera democrática desde hace
doce años, reconquistarlo y no volverlo a soltar.
La ciudad y el país Por otra parte, los vasos comunicantes entre PA y PB tampoco están ocultos. En un evento denominado 1er Encuentro PB, realizado a fines del año pasado, en el que participaron representantes de las fundaciones hermanas Barcelona Global, London First, y Partnership for New York, así como el líder conservador británico Greg Clark, secretario de estado para la Oficina de Comunidades y Gobierno local, PA (que tiene en su base al grupo Argos, Celsia, Isagen, Haceb, Éxito, Sura, Orbis, Mineros, Familia, Protección, y también Renault, El Tiempo, ExxonMobil, Siemens, Deloitte), compartió sus principales enseñanzas y lecciones aprendidas a sus colegas de PB, entre ellos lo que denominan la movilización de las capacidades empresariales; es decir, poner en acción todo su músculo empresarial y privado para influir en la gestión de lo público. De esta forma queda clara que la tenaza PA-PB quiere controlar los dos principales centros urbanos del país, que representan más de la mitad del PIB nacional.
Una de las más efectivas estrategias
desplegadas, pero no la única, por supuesto, por este tipo de instituciones es
el trabajo voluntario, llamado "voluntariado dinámico", realizado por
todo tipo de jóvenes, profesionales y ejecutivos de las mismas empresas que conforman
las fundaciones con que estas despliegan parte de sus postulados políticos,
jóvenes que son desplegados por toda la ciudad para realizar encuestas,
investigaciones, caracterizaciones y otras actividades de propaganda, práctica
no muy lejana de los cuerpos voluntarios de la Italia y la Alemania de los años
veinte y treinta del siglo pasado.
Clientes, inversionistas o empleadores vs. "sustitutos, subordinados y subversivos" En resumen, PB toma cuerpo a la sombra, imagen y semejanza de las otras iniciativas mencionadas existentes en las grandes ciudades del llamado primer mundo, atendiendo a las necesidades del gran sector empresarial, del capital y de los inversionistas que ven a las ciudades, no como centros necesitados de amplios programas de cubrimiento, de protección social, de reconocimiento y desarrollo de lo individual y lo social, sino como mercados para ser explotados comercialmente, donde los ciudadanos son mirados como clientes potenciales, donde se articulan diferentes "formas de lucha" esbozadas en estrategias y tácticas de largo y corto plazo, donde lo que prima es la cultura empresarial, no la pública, donde la ciudad se convierte en un terreno fértil para hacer "lobby" de negocios, donde hay que presentar una fachada de "apoliticidad" para no generar sospechas o suspicacias, donde se rechaza todo tipo de "ideología" que no sea aquella del enaltecimiento del capital, y en donde se trabaja sobre el apalancamiento de las capacidades y habilidades de las empresas y sus líderes parta intervenir e influir, desde lo privado en la gestión pública, para el mayor y continuo aprovechamiento del capital.
Todo lo anterior, a costa de los ciudadanos
de las grandes urbes que cada vez ven menos probabilidades de reconocimiento (y
en su lugar encuentran la política del desprecio), de integración, de progreso,
de educación. A los actores urbanos, se les ve, desde esta perspectiva bajo la
clasificación tripartita capitalista de clientes, inversionistas o empleadores;
y de esta manera quieren que estos ocupen el lugar de los "sustitutos,
subordinados y subversivos", en referencia a empleados y servidores
públicos y a los ciudadanos que no se pliegan a los intereses de las fuerzas
hegemónicas del poder.
¿Lograra PB su propósito en octubre
próximo? El reto para los sectores sociales y políticos alternativos, para
impedir que así sea, es inmenso. De su imaginación y capacidad por disponer una
política que en verdad concite e integre a todos los sectores sociales, depende
la fuerza para impedirlo, tanto en el corto como en el mediano y largo plazo,
para lo cual es indispensable la constante movilización y participación
ciudadana, avanzando en un proceso de amplia y democrática politización de las
mayorías sociales, factor fundamental para cerrar la brecha entre dirigentes y
dirigidos, y para despertar la pasión que toda política realmente de cambio
requiere para llevarse a cabo. Visto - 1697 veces - Tomado:
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