Fernando González en 1955 fue nominado para el Premio Nobel de Literatura por dos reconocidos escritores, el francés Jean Paul Sartre y el estadounidense Thornton Wilder.
La Academia Sueca pidió la opinión de la Academia Colombiana de la Lengua, presidida por el conocido filólogo jesuita Félix Restrepo, que descalificó al escritor y sugirió el nombre del filólogo español, Ramón Menéndez Pidal, ya octogenario, quien tampoco fue escogido y, como se buscaba, por lo visto, un escritor de habla hispana, el galardón fue concedido en 1956 al poeta Juan Ramón Jiménez.
En 1983, en un libro publicado por la Corporación Editorial Universitaria de Colombia con motivo del Nobel para García Márquez, escribió Fernando Cruz Kronfly un bello ensayo, La soledad del Nobel, en la que trae a cuento lo de la nominación de González:
“Varias décadas atrás, Fernando González el de Otraparte había sido propuesto por un filósofo europeo que se encandiló con su obra sin antecedentes en nuestro medio.
Sin embargo, algunos académicos colombianos sintieron pánico en sus vientres, adelantaron en silencio sus pies y colocaron la zancadilla. Y allá, en Estocolmo, jamás se conoció la causa. Más tarde se habría de saber que aquellos académicos de la contrapatria estaban convencidos de que el otorgamiento del Nobel convertiría a Fernando González en un peligro mayor del que ya representaba entonces.
Y todo se olvidó, se silenció para su olvido. A cambio, nuestros académicos sugirieron a Menéndez Pidal. Y allá, en Estocolomo, pensaron que aquello era el colmo, parpadearon y olvidaron el gesto”.
Wilder y Sartre. El novelista y dramaturgo norteamericano, Thornton Wilder estuvo en Envigado en 1941 visitando a nuestro escritor, de quien era admirador. Fernando González le dedicó El maestro de escuela, y Wilder le escribió, el 4 de abril de ese año, luego de leer el libro: “Como obra de arte, qué original. Usted ha reinventado la novela. Usted ha creado la novela siglo veinte. Esta es la nueva novela”. (Cfr. Prólogo de Miguel Escobar a Don Benjamín, jesuita predicador, edición Colcultura, 1982; Henao Hidrón, op. cit., pag. 218-219).
De Sartre se cuenta que alguna vez dijo a un grupo de estudiantes latinoamericanos en París, en alusión a Fernando González: “Ustedes tienen el único escritor existencialista de América”, según refiere Helena Araújo de Albrecht en la reseña que del Libro de los viajes o de las presenciashizo en la revista Semana el 8 de septiembre de 1959.
González dedicó a Sartre, su última obra, la Tragicomedia del padre Elías y Martina la velera. El escritor antioqueño fue bien conocido en los círculos intelectuales franceses y justamente apreciado por escritores de fama, como Francis Miomandre, traductor del Viaje a pie, Auguste Bréal, traductor de Pages Choisies, Larbaud, entre otros.
¿Qué gano yo? Fernando González, al parecer, no se enteró de su nominación al Nobel sino años más tarde, después de su regreso a Colombia en 1957, aunque no se conoce una referencia suya concreta al respecto. Con todo, en la Tragicomedia..., en la escena VIII del Acto 1, (pag 70 de la edición príncipe) hay un indicio interesante, cuando habla de una conferencia dictada en Medellín: “Por último, habló el doctor Luis López de Mesa, y les dijo que escucharan al padre Elías, que era esto y aquello (cosas deleitosas para mi vanidad); que pertenecía a una antiquísima escuela, muy desconocida hoy, la Escuela de los Sofistas Presocráticos, para quienes el Ser y el aparecer... que de Suecia preguntaban por él..., etc.”.
Según me lo ha hecho saber Alberto Restrepo González, quien transcribió las libretas manuscritas del maestro para la Corporación Otraparte, en una de ellas, de 1958, con fecha 20 de octubre, se encuentra esta anotación:
“Me envió Gonzalo Arango el 1º manifiesto nadaísta con Fernando, a quien contó que el escritor o pintor Rojas Erazo les había dicho que en París, junto con otros colombianos, había ido a visitar a Sartre y que éste les había preguntado por mí.
Todo por la PAZ Estamos mamados de esta democracia
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