Nociones de
Izquierdismo
Fernando González
Nociones de Izquierdismo es un libro que nace de la recopilación de
una columna periodística, publicada por Fernando González en El Diario Nacional
entre 1936 y 1937. Fue escrita para respaldar la campaña presidencial de
Darío Echandía en contra de la candidatura de Eduardo Santos.
En total son 23 columnas en las que el autor
pretende definir el sentido filosófico e ideológico de la palabra
“izquierdismo” y busca demostrar por qué es necesaria su aplicación para el
gobierno de Colombia, con el fin de enderezar el camino que, según su opinión,
habían torcido los gobiernos despersonalizados y oligárquicos, entendiendo por
estos últimos los gobiernos que se conformaron con respaldar la inversión extranjera
en el país, en beneficio propio y en desmedro de los intereses populares. Es un
libro de carácter didáctico con un fuerte contenido ideológico que, aún hoy,
resulta polémico y esclarecedor de nuestra historia política. Es como si
Fernando González, desde el pasado, participara en la discusión central de los
tiempos presentes.
http://www.otraparte.org/obra/nociones-izquierdismo.html
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o o o —
I
Desde hace tres años hemos tenido en
Colombia una gran propagada periodística de gentes interesadas en conservar a
nuestro pueblo en la ignorancia y la esclavitud; hanse fundado grandes empresas
periodísticas y editoriales con el fin exclusivo de hacer despreciables y
odiosos los vocablos con que se expresan los conceptos purísimos de la
evolución social. No estudian los conceptos, sino que astutamente llenan los vocablos
con hechos despreciables y se imaginan que así hacen odiosa la verdad, la
democracia. Este es el sistema de todas las oligarquías. Tal sucede con el
término “comunismo”, el cual, para ellos, no es otra cosa que destruir el
capital, robar, etc. En Bogotá han fundado las sociedades anónimas y los
capitalistas egoístas (no en cuanto capitalistas sino en cuanto egoístas) un
diario cuyo único fin es hacer odioso el vocablo “comunismo” y todos los que
expresan el futuro de la conciencia humana.
No, señores: comunismo es vocablo que
pertenece a la conciencia del alma humana; no es lo mismo que el régimen que
hay en Rusia. En artículos sucesivos analizaremos varios conceptos relacionados
con el liberalismo verdadero.
Veamos. Dos propietarios campesinos; un cerco
de alambre de púas separa sus predios; la vaca del uno salta el cerco; llega el
otro campesino, y la apalea o mata.
El hijito de este campesino maltrata
injustamente al de la otra casa; el papá se pone del lado de aquél.
Sencillamente “porque es su hijo”.
Ahí me tenéis un estado de conciencia, muy
limitada en verdad. Hay separación neta, hay oposición entre mío y tuyo.
A este estado de conciencia (por el que pasa
hoy Suramérica) corresponden actos como los siguientes: ensuciar la fuente que
hallamos cuando íbamos fatigados, y luego de mitigar allí la sed; maltratar
animales y árboles que se encuentran en el camino; coger los frutos a golpes o
pedradas, dañando el árbol; no darle de beber a la cabalgadura en que vamos,
“porque es alquilada”; escribir groserías en las paredes de edificios públicos;
robar, cuando nadie lo sabrá; vender la patria, cuando nadie lo sabrá y
ejecutar actos buenos, heroicos, cuando lo han de saber. Es un estado de
conciencia vanidosa.
Durante este estado de la conciencia, no
puede haber parques, alumbrado público, bosques comunes, museos, viajes
solitarios, una palabra, calor humano. A mí, por ejemplo, me han robado en
Colombia todas mis doctrinas. El estudio de la conciencia, que publiqué
en Mi Simón Bolívar, me lo robaron, sin jamás citar mi nombre,
hasta el punto de que hoy parece que yo hubiera copiado de mis ladrones; y
fueron precisamente mis enemigos. Hace poco dije, por ejemplo, que el
liberalismo era un estado de conciencia, y que uno no podía ser liberal porque
lo quisiera, sino porque había hecho esa conquista; pues bien, Germán
Arciniegas, en editorial para su campaña santista, dice eso mismo, como suyo, y
muy fresco. ¡Eso sí es lo que él llama comunismo! Dije que a Bolívar lo habían
manoseado los escribidores colombianos, y me robaron mi expresión. ¡Esa sí es
chusma!
Al estado de conciencia que hemos descrito
precede otro en la evolución humana. Porque cuando el hombre llama mías a las
cosas es porque ya tiene conciencia del tiempo y principia a tenerla de la
familia, es decir, la conciencia comienza a salirle de las vísceras, del
lindero de la carne.
La evolución de la conciencia humana puede
considerarse como la misma de la noción de propiedad.
Primera etapa de la conciencia. La llamaremos conciencia
visceral y a la noción de propiedad que le corresponde, propiedad
visceral, y perduró durante milenios. El hombre se llamaba dueño únicamente de
las cosas que agarraba y que iba a consumir. Era nómada. La propiedad (es
decir, el sentimiento de ella) era instantáneo, unido a sus necesidades
fisiológicas.
Antes de seguir permítanme aclarar un punto
y es que creemos aquello para lo que estamos capacitados; que el lenguaje es
engañador, porque todos usamos las mismas palabras, pero no contienen lo mismo,
contienen aquello para lo que está preparada la conciencia de cada uno. Por eso
dije en anterior artículo que cada uno cree lo que puede y que los Santos y Germán Arciniegas, al decir
“pensar” quieren decir hacer gestos, al decir “libertad”, ganar; al decir
“formidable escrito”, escrito que los adule; al llamar maestro a alguien,
escritor que los adule, etc.
Segunda etapa. Aquí el hombre tiene ya conciencia del tiempo y se
apropia las cosas para años; al principio sólo le importan y cuida de las cosas
poseídas, para mientras él viva; luego avanza su conciencia hasta los hijos, y
se apropia las cosas para ellos; luego va hasta los nietos, y en Europa hay ya
quienes hacen entrar en la noción de propiedad a los descendientes, en
abstracto, y aun a los prójimos. En este último período aparece la sociedad
anónima.
De ahí que en los pueblos de Suramérica
vendan las riquezas potenciales, arreglen los conflictos internacionales sin
atender a la herencia moral de los descendientes, sino a la tranquilidad de los
gobernantes y al bienestar económico del presente. De ahí en Suramérica, en
donde la conciencia no pasa de los calzones, no prosperen las sociedades
anónimas; se crean únicamente para especulaciones del momento. El futuro no
existe aún para nosotros.
Durante
los períodos de esta etapa de conciencia, no existe la Universidad. Esta es
futurista; su fin es agrandar la conciencia humana. Durante tal etapa, se
introducen expertos, pues la cuestión es gozar del presente, consumir...
En tal estado se halla Colombia santista: no
quieren ser perturbados en su banquete; reniegan de nosotros, los “tábanos
sobre el caballo de Atenas” que dijera Sócrates; tienen miedo de una escuela
viva, incitadora y de una universidad activa; temen una justicia social que apenas
hemos indicado. En realidad, hablando como sociólogos, estos Arciniegas y
Nietos Caballeros no pueden entendernos.
Ser liberal, ser izquierdista es muy
difícil; el liberalismo hace en la historia el mismo papel de los inventores en
la industria: causan cataclismos. Por ejemplo, ¡qué grande fue el que causó la
invención del telar!
Estos santistas, que apenas tienen
conciencia fisiológica, a lo sumo conciencia oligárquica, ¿a qué llamarán
liberalismo? A ser retratados en un banquete que ofrecen al escribidor amigo
que se va para Burdeos, de cónsul...; a gobernar como Abadía o como Suárez.
¡Todo es vanidad en ellos! Mediten mis lectores en un anuncio publicado
en El Tiempo; dice: “Por falta de espacio no publicamos las firmas
todas de las damas que se adhirieron a Eduardo Santos; les pedimos excusas; en la próxima edición prometemos
publicarlas todas”. Esto revela los móviles; ellos creen, ellos confiesan que
las damas firmaron para que les publicaran la firma. ¿No prueba esto que
Colombia es vanidosamente primitiva en su motivación?
Tercera etapa. Comienzan a aparecer los bienes comunes: parque,
bosques, museos, bienes municipales, nacionales, humanos.
...Principia el hombre a sentir la aurora
del comunismo. Principian a aparecer hombres que se ponen del lado del hijo
ajeno, si él tuviera la razón; que no matan la vaca del cercado ajeno, cuando
pasa a sus predios; hombres que de vez en vez, en ciertos amaneceres
celestiales, dicen: todo el universo es mío.
Esto es lo que queremos hacer con la escuela,
con el capital al servicio de la cultura, programa echandiísta; queremos una
escuela en la que el hombre es sujeto de engrandecimiento, no saco de libros;
queremos hacer hombres que den cheques y no exijan adhesión incondicional;
hacer “maestros” que escriban con el fin de embellecer cada vez más la Tierra y
no irse cada rato a pasear. En una palabra, no amamos la patria de ahora sino
la de mañana; amamos a nuestros hijos del alma como la clueca a sus polluelos.
Decimos a la patria: No nos pagues, porque entonces ¿qué hicimos por ti?...
Ningún acto pagado tiene significado moral: en la paga termina.
Definamos para terminar.
Conciencia bruta. Es aquella que tiene el ser vivo cuando no siente
la propiedad sino en virtud de las necesidades orgánicas, instantáneas;
satisfecha el hambre, cesa la propiedad (el amor).
Conciencia pronominal (mío, tuyo). Cuando el hombre se apropia las cosas para un
tiempo más o menos largo; divídese en individual, familiar, municipal,
nacional, etc.
Conciencia comunista. Es cuando el hombre siente que todo el universo es
suyo y es uno; vive el hombre entonces dentro de la ley de causalidad. No hay
oposición entre yo y tú, mío y tuyo. El hombre llega a ser hijo de Dios.
De suerte que comunismo no es negación de la
propiedad sino culminación de ésta.
Así pues, comunismo, como es obvio, no se
impone sino que es perfección a que se llega mediante disciplinas. Es un estado
de conciencia que tuvieran Jesucristo, Buda, Sócrates y Nietzche.
Comunismo no es partido político. El
que pretenda imponer la virtud o la verdad, sólo hace males. Ellas se enseñan,
se muestran. El objeto de la escuela es hacer vivir al hombre dentro de ellas.
Los izquierdistas somos, pues, el verdadero
liberalismo. La disciplina es nuestra y no de las fuerzas reaccionarias. Es
necesario recalcar mucho que el izquierdismo consiste esencialmente en la
escuela viva.
Nuestra conciencia ha echado raíces, por así
decirlo, en el universo; al contrario, los reaccionarios que desean imponer a
Eduardo Santos, viven en la orgía de
la riqueza material; viven en el período de la esclavitud, cuando el hombre se
apropia al hombre.
¿Por qué es Echandía nuestro candidato?
Porque su programa es escuelas, el capital al servicio de la cultura. Pero
cualquiera que viva en este estado de conciencia, lo será también. Nuestro
ideal triunfará irremediablemente, porque es la misma vida.
En artículos sucesivos continuaremos
analizando otros conceptos izquierdistas que han sido manoseados en Colombia
por una prensa oligarca e impreparada.
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II
Según vimos, la evolución humana puede
considerarse como el progreso de la conciencia en relación con la noción de
propiedad.
Vimos que la cima humana está en aquel
estado en que el hombre se siente propietario del universo, solidario con toda
vida. Casi es actitud divina; casi se trascienden entonces el espacio y el
tiempo.
Vimos también que Colombia (toda
Suramérica), de suyo, sin contar con el barniz europeo, pasa por el período de
la conciencia pronominal, de lo mío y lo tuyo, en que el hombre se siente
enemigo del hombre, enemigo de los bienes del prójimo, en que no se ama al niño
sino al hijo, al hombre sino al pariente.
Ahora bien, un grupo de intelectuales que ya
sentimos la solidaridad con todo el pueblo colombiano; para quienes la ganancia
está en el bien y belleza de la colectividad; para quienes la miseria e
ignorancia de un solo colombiano es miseria propia, y la esclavitud de uno solo
es propia esclavitud, nos hemos sentido sobresaltados al ver que las fuerzas
reaccionarias de nuestro partido quieren apoderarse sorpresivamente del poder,
y hemos proclamado la candidatura presidencial de Darío Echandía.
¿Por qué luchamos con tanto ardimiento? Porque la obra apenas ideada de hacer progresar la
conciencia de los colombianos, la obra de acabar con el mísero peón azadonero
que no sabe ni de dónde es, está amenazada de quedarse en vicio solitario.
No es propiamente por la persona de
Echandía, sino por el programa que se resume en escuela, universidad, higiene y
capital al servicio de la cultura.
Luchamos con tanto ardimiento porque, en
primer lugar, deseamos que los colombianos asciendan en su estado de
conciencia, y el método para ello es la disciplina escolar universitaria luego
de acabar con las endemias.
En el próximo artículo veremos cuáles son
las nociones izquierdistas de escuela, y universidad, nociones bases del
izquierdismo.
Luchamos con tanto ardimiento en segundo
lugar, porque el liberalismo está amenazado de perder el poder, no de nombre
por ahora, pero sí esencialmente.
Porque en realidad, hay que repetirlo, la
candidatura de Eduardo Santos es
reaccionaria. Digan lo que quieran, fue iniciada y es sostenida por los
poseedores satisfechos, pero que se sienten amenazados por algunos proyectos de
modificación de nuestras instituciones coloniales.
Veamos. Las señoras la apoyan porque hubo en el
Congreso un proyecto de modificar el estatuto del matrimonio: porque las
sirvientas y los pajes, son cada día menos esclavos; poseen ya cierto orgullo
humano: principian a sentirse tan hijos de Dios como el hermano cristiano;
porque el liberalismo ha hablado acerca de modificar el concordato. Nuestras
señoras viven aún en la colonia, en la teocracia, necesitan cinco o seis
negros, mulatos o indios que digan: “miamo”, “mi don”, “mi doña”.
Nuestros “señores ricos” la apoyan porque el
liberalismo ha establecido impuestos justos y recaudación metódica. Temen que
las aduanas sean organizadas y que la escuela haga de los campesinos seres con
dignidad humana.
Otra prueba de que esta candidatura es
reaccionaria la tenemos en que La Razón, empresa periodística
cuyo capital fue suscrito por los ricos de Colombia, y a pesar de que su
Director se quejaba amargamente de la dictadura de Eduardo Santos en El Tiempo, y a pesar de que dicho Santos ha sostenido toda clase de
gobiernos, para medrar con ellos como hace la Iglesia, adhirió entusiastamente
a dicha candidatura. ¿Qué prueba esto? Que quedaban convencidos de que Santos
no es tal amigo de las reformas, que están seguros de que habrá una reacción.
Saben muy bien que Eduardo Santos está identificado con los sentimientos de las
señoras.
Repetiré nuevamente al obrero, al campesino,
al intelectual, al universitario y a todo hombre que haya oído ya la voz de la
conciencia, que ordena bregar por la dignidad de los semejantes: el liberalismo
perderá el poder con el triunfo de Eduardo Santos. Si triunfare, se dirá
nominalmente que hay presidente liberal en Colombia, pero esencialmente será
una fuerza reaccionaria.
Así pues, estamos en peligro de decirle
adiós a lo que apenas hemos principiado en idear: escuela y justicia en las
relaciones humanas.
¡Alerta, hombres hambrientos de libertad y
de justicia! Luchad cada uno en nuestro medio y en nuestro campo: convenced a
los amigos, practicad el magisterio, que aquí lo que hace falta es luz; hay
mucho engañado por una propaganda maliciosa. No dejéis caer al liberalismo, que
aún no ha principiado a gobernar.
Propagad la prensa del genuino liberalismo.
¡Obreros y campesinos de toda la república, juntos!
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III
Antes de analizar a fondo el concepto de
Universidad, y como una preparación para ello, analicemos el de método o modo.
¿Cómo debe proceder el gobierno para hacer
libre al hombre anarquista (entendiendo para ello el que no necesite de
gobierno)? ¿Qué debe hacer para ir logrando que los ciudadanos vivan en armonía
con el universo, como verdaderos propietarios del universo? En una palabra,
¿cuáles son las funciones del gobierno y sus órganos?
Disciplinar al hombre (Universidad) es la suprema finalidad del gobierno. La
Universidad, con sus escuelas, hace al hombre digno de gobernarse a sí mismo;
lo hace libre. De suerte que el verdadero gobierno tiende a destituirse a sí
mismo.
La segunda
función es la autoridad, la cual está en proporción a la incapacidad para
la libertad. La autoridad coacciona a los hombres en cuanto salvajes y al mismo
tiempo los va haciendo libres con las escuelas.
La autoridad es una limitación, un mal que necesitan
los incapaces y en proporción a su incapacidad.
Dos son las verdaderas ramas del gobierno:
la una coactiva, proporcional a lo primitivo de los hombres, y la otra creadora
de libertad.
Cualquier forma de gobierno, si cumpliere
estas dos funciones, es buena, adecuada al ser humano.
La Universidad tiende a destruir la
necesidad de autoridades exteriores; para los filósofos, es un hecho que
llegará el tiempo en que los hombres sean a-nar-quis-tas universitarios, es
decir, en que los ciudadanos tengan cada uno su gobierno con su propia
conciencia.
Esta es la concepción científica, la
concepción evolutiva.
La disciplina y el orden son izquierdistas y
derechistas. El desorden, la falta de autoridad es, en política, de los
partidos de centro, de la gente tímida y capuchina, como el “santismo”, en
Colombia.
Para el derechismo, la autoridad tiene como
fin conservar la sociedad en el estado en que se encuentra, pues niegan la
evolución; quieren conservar petrificadas las instituciones, para ellos el
mundo permanece quieto. Teocracia, régimen de castas. En la Universidad son
autoritarios: “Lo dijo Santo Tomás”. Para ellos la verdad ya está dicha
mientras que para los izquierdistas no hay verdad sino nociones, las cuales se
evolucionan con la conciencia; el izquierdismo dice: cada uno sabe y cree lo
que puede dada su evolución.
Para el izquierdismo, la autoridad está en
razón directa del grado de evolución del pueblo: mucha autoridad en pueblo de
conciencia visceral y pronominal, como en nuestro país; y en pueblos en donde
la conciencia se haya expandido, a causa de la Universidad, disminuirá aquella
triste necesidad de ser gobernado por otros.
En Colombia, durante siete años de gobierno
liberal, quien ha gobernado en realidad (y esto lo saben hasta los tuertos y
ciegos) es una oligarquía de centro, agrupada alrededor del único medio de
propaganda en grande: El Tiempo.
El grupo de este periódico cree y siente que
la disciplina es conservadora.
Durante siete años, a causa de El
Tiempo, se ha gobernado a Colombia sin autoridad fuerte, creyendo que
el liberalismo es desorden.
Por eso estamos aterrados los izquierdistas
(evolucionistas, positivistas y también míticos). Si al liberalismo
izquierdista lo derrotaren en la convención próxima a reunirse, si los
representantes no van con la inteligencia resuelta a buscar el bien de la
patria y el partido, si insisten en clasificar los ideales a un nombre efímero,
ganará el partido conservador, disciplinado como se encuentra y rico con
nuestros errores.
Óiganlo bien: estos dos o tres meses futuros
son de vida o muerte para nuestros ideales.
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IV
Estas son las nociones madres del
izquierdismo, a saber:
Primera. No
tiene vitalidad sino lo que emana del pueblo; de él provienen los héroes y las
grandes obras; todo lo que esté desvinculado del pueblo es efímero.
Las estructuras sociales tienen que ser
democráticas (no en el sentido vulgar que le dan a esta palabra en Suramérica,
gobierno del pueblo, sino en cuanto democracia significa organización vital).
Con una pregunta podré inducir en los
lectores la noción de democracia: ¿cómo podría haber fauna y flora que es su
madre? Así como el hombre es hijo del padre Sol y de la madre Tierra, así las
estructuras sociales son hijas del pueblo.
De ahí que esta reacción que pretenden los
periodistas de El Tiempo y La Razón, con el
nombre del santismo, sea un gravísimo atentado contra el pueblo colombiano y
contra el partido liberal.
Desean engañar y esclavizar al pueblo;
quieren que éste sea un medio; medio para todas sus concupiscencias: al derecho
lo llaman limosna; a la limosna la llaman caridad y a esa hipócrita caridad la
llaman justicia social. Dicen: “Sí, es verdad que al pueblo hay que ayudarle,
hay que darle algo de lo que nos sobra..., pero hay que tenerlo con mano de
hierro”.
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V
Segunda. Todas
las estructuras sociales son creadas y perfeccionadas y funcionan para el
cultivo del pueblo, fuente única de humanidad.
¿Qué otro fin pueden tener las estructuras
sociales (Universidad, escuelas, arte, literatura, industria, ciencia,
invención, etc.) si no es el perfeccionamiento de la humanidad en cada patria?
¿Cuál es el fin de la Universidad? Agrandar
la conciencia humana. ¿Cuál el del gobierno? Hacer hombres libres. ¿Qué fin
tiene el matrimonio? Crear hombres capaces. El arte y la ciencia y la inventiva
son funciones de la estructura llamada Universidad.
Para estos santistas, para estos primitivos
de las derechas, las estructuras sociales tienen como fin el dominio del hombre
sobre el hombre, así:
El matrimonio, para satisfacer la necesidad
carnal; institución no perfectible; no les importa que nazcan ciegos, tuertos,
leprosos; para conservar su división en castas, establecen la prostitución
oficial: mujeres destinadas a la prostitución y mujeres destinadas a damas;
niños destinados a hijos naturales y niños destinados a hijos legítimos. Y por
adehala consiguen el cielo estos “señores”, ejerciendo “la caridad” sobre los
miserables.
Para ellos, la Universidad, con todas sus
funciones, es instrumento suyo, que le aumenta el poder productor a las
industrias, para ellos, sólo para ellos, dejando algo para ejercer “la caridad”
sobre los obreros.
En una palabra, en el santismo la vida toda
tiene como fin el bienestar de una oligarquía.
¿Cómo es posible que en Colombia lea, y
atienda, y tolere y llame grandes hombres a estos de conciencia visceral? ¿Cómo
es posible que hombres jóvenes, como Juan Lozano, no sientan remordimiento de
ayudar a esta gente?
¡Sí sienten remordimiento! La prueba está en
que mueren haciendo gestos horribles, restituyendo... el uno por ciento de lo
acaparado. Debido a este estado cavernario de la conciencia, por aquí no hay
cadáveres que se puedan enbarrar: se pudren en la cama. La lista de cadáveres y
memorias dignas de flores y monumentos puede hacerse en los dedos de las manos,
así: Benjamín Herrera, fundador de la Universidad Libre; Murillo Toro, Tomás
Cipriano de Mosquera, y otros tres o cuatro. López de Mesa se admira de que por
aquí no haya cementerios hermosos. ¿Cómo va a haberlos, si no hay cadáveres
sino carnes podridas del remordimiento?
Esos santistas no quieren justicia social
sino caridad; quieren que el pueblo viva en el sentimiento de que regalan, por
compasión; así es como han establecido sus casas “de beneficencia”. En el nuevo
Cristo la caridad se ejercía de hombre a hombre; hoy la ejercen por medio de
instituciones “donantes”: así, ya no tiranizan a los pobres, individualmente,
sino al pueblo en general.
Para nosotros, los izquierdistas, no existe
la donación; existe el derecho. ¿Cuándo serán capaces estas turbas santistas
corbatudas, de convivir con el sentimiento nobilísimo de Mussolini en aquel día
en que, en el destierro, pobrísimo, hambriento, sintió impulso de matar a uno
que quiso re-ga-lar-le? ¿No véis, jóvenes colombianos, que el conductor no
sería lo que es, si en algún instante de su vida hubiese sido donatario? ¿Qué
podréis ver vosotros, ancianos y jóvenes seniles de la casa de los Santos, que
habéis sido matriculados por una chequera, que habéis recibido paga por adular
y que ahora esperáis ministerios y consulados, como regalos? Para el
izquierdista, un ministerio y una gobernación son oficios que le imponen a
causa de su capacidad; a nadie agradece, pues el izquierdismo crea las
estructuras llamadas carreras administrativas, diplomática, etc. En el estado
izquierdista los nombramientos no son atributos de funciones y honores sino
declarativos: al nombrado se le reconoce un derecho. Y los establecimientos en
donde se cura a los enfermos y viven los incapaces no se llaman casas de
caridad sino habitaciones de la justicia. En el Estado izquierdista, ningún
individuo puede jactarse de ser donante, sino de ser justo.
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VI
Tercera. El
pueblo no es amable sino en cuanto sujeto de la evolución y la cultura; esto,
no en sí mismo, sino en su potencialidad.
Para entender esto es preciso tener la
conciencia un poco desarrollada; es necesario vivir en el sentimiento de la
evolución, saber que la vida es una promesa; que no hay verdad sino nociones y
que el hombre es cual un actor cuyo teatro son las formas: lenguajes, modales,
etc. Por ejemplo, cuando un Germán Arciniegas dice libertad, en tal vocablo
representa lo que tiene por dentro, dada su evolución, o sea, ganancia,
ahorros; si otro más palurdo dice libertad, quiere decir desenfreno; Spinoza
entiende por tal el conocimiento vivo de las leyes de la vida. Dice: “Cuanto
más entiende el hombre, tanto más concuerda sus actos con el orden de la
naturaleza”.
¿Por qué amamos los izquierdistas al pueblo?
¿Por ignorante, por esclavo, por sucio? Lo amamos porque es perfectible. ¿Cómo
se perfecciona? Mediante la cultura. ¿Y cuál es el instrumento de la cultura?
La Universidad, en su conjunto de escuelas, de órganos.
Los santistas llaman Universidad a un
edificio con bancas en donde están sentados unos muchachos; llaman maestro a un
hombre cualquiera que señala la lección. El candidato santista, en sus
discursos, dice, como el sumun de sus promesas, que “va a hacer estudiar mucha
gramática”.
Para los izquierdistas, Universidad es la
estructura en que se plasma la tendencia de las sociedades hacia la expansión
de la conciencia, hacia la libertad; para nosotros, maestro es todo lo que
incita la mente hacia la comprensión; para nosotros, el teatro, los mercados,
los paseos, la calle, los hogares, etc., son órganos de la Universidad.
La Universidad hace libres a los hombres.
(Libertad es vivir de acuerdo con la causalidad). La Universidad hace
comunistas a los hombres, es decir, propietarios del universo y conscientes de
la unidad de éste; los hace anarquistas, es decir, capaces de vivir
racionalmente, sin que otro los gobierne.
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VII
Los que me hayan seguido atentamente
entenderán que el resultado bellísimo de los buenos gobiernos es el
ennoblecimiento de la motivación humana. (Tanto más noble es la motivación
cuanto menos inmediata al animal, cuanto más universal).
Del estudio precedente acerca de la
conciencia y de la noción de propiedad, dedujimos que la cultura hace comunista
al hombre, es decir, propietario del universo, hijo del Dios; anarquista, es
decir, capaz de gobernarse a sí mismo; el hombre culto vive dentro de la
realidad (Dios) como pez en el agua; en una palabra, el hombre universitario es
mu-si-cal.
Acabo de asistir a una escena en que vi la
motivación noble de un fraile español y la baja de nuestro pueblo beato.
En un camión para venir a Envigado; subió
allí un fraile. Al lado de éste, un niño. Dijo el chofer que el muchacho viajara
de pie, para darle campo a otro pasajero.
El fraile. —No; este niño se quedará aquí
porque también va pagando...
El chofer. —¡El padre no manda aquí!
El fraile. —Pues no mandaré, si me bajo para
no asistir impasible a una injusticia.
¡Oh, nobilísimo pueblo español: contigo la
Tierra tiene suficiente sal justificadora de la existencia del hombre; siempre
y en todas partes tienes a don Quijote: allá en Madrid, lo tienes con el nombre
de general Miaja, y en esta Colombia estéril, en donde la juventud no
reacciona, lo tienes en un fraile franciscano!...
Aquí en Colombia, jóvenes, ancianos, ricos y
pobres, asisten impasibles a la injusticia. ¡No se ruborizan siquiera estos
Germán Arciniegas, López de Mesa y Sanín Cano! ¡No!; oíd el fin de la historia:
Descendió el fraile, miró al camionado de
humanidad que permanecía indiferente y en cuyos ojos admirados se leía su
bajeza, así: “¡Pero qué bobería la de este padre! ¡Se va a quedar aquí,
lloviendo!...”.
Comprendió el franciscano que aquello no era
humanidad sino materia en que apenas se iniciaba el zoísmo; sus ojos echaron
chispas y gritó “¡Inmundos! Os habéis de estrellar, y si no fuere hoy, será
mañana... En nombre de Dios os arrojo mi maldición”.
Ahí sí, ahí sí se conmovió este pueblo de
viejas y de Santos; casi se matan beatas y crapulosos al arrojarse del
camión..., por miedo, para salvar el pellejo.
¿Véis la motivación de nuestro pueblo? Ante
la injusticia no se conmueven; ante un corazón encendido al amor, permanecen
boquiabiertos, diciendo: está loco..., y ante la perspectiva de perder un
chimbolo o el saco inmundo de sus cuerpos corren desalados.
Así mismo, ante la injusticia que ha
cometido con la patria y con el partido liberal un grupo oligárquico, que ha
traficado con el presupuesto, y con dos honores, con el arte y hasta con la
religión, pocos han protestado.
Los jefes de esa oligarquía son Eduardo
Santos y Luis Cano. A todos les consta que Luisito Cano, en sus viajes a
Medellín, dice y repite solapadamente que Alfonso López es esto y aquello. Pues
bien, en su periódico, que vendió hace años, en sus editoriales que admiran los
viejos amigos de la monotonía de la camándula, defiende, y defiende y adula al
presidente. Lo mismo hace Santos. Y ganan con todo, con la guerra y con la paz,
con el escándalo de las Empresas Públicas de Medellín, con la huelga y sin la
huelga, con la vida de Olaya Herrera y con su muerte. ¡Y este pueblo permanece
impasible! ¿Permanecerán impasibles los convencionales del próximo julio? Por
lo menos, parece que irán muchos hijos del fraude. ¡Que el espíritu de Murillo
Toro y del general Herrera los confunda, si aceptaron el hurto premeditado por
Luis Cano! Oídlo bien: ¡Conjurad el triste fin que amenaza a lo que hemos
soñado!
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VIII
Hemos visto que el fin primordial del
Gobierno es la cultura (cultivo del pueblo).
Por eso, nosotros los izquierdistas luchamos
contra los tiranos.
Llámanse tiranos, no los que gobiernan
mucho, pues ello puede ser necesario, sino aquellos que engañan y envilecen al
pueblo para satisfacer pasiones personales (ambición, concupiscencia, etc.).
Las anteriores nociones y esta definición de
tirano, nos autoriza para denunciar ante Colombia toda a El Tiempo y
para luchar hasta la muerte contra esa prensa vil, oligarca, que mantiene al
pueblo colombiano en la esclavitud, engañado.
Oigan estas verdades y medítenlas los que no
estén ya comprometidos en esta estructura del dolo: ¿Por qué es tan escasa la
motivación noble en Colombia? ¿Por qué no dan resultados apreciables los
grandes esfuerzos de este gobierno liberal por crear la Universidad? ¿Por qué
casi no hay abogados, médicos ingenieros, dignos de confianza? ¿Por qué no hay
maestros, es decir, incitadores? ¿Por qué casi todos nos untan cuando les damos
la mano? ¿Por qué un presidente no encuentra ocho hombres para ministros y
catorce para gobernantes?
Sencillamente, a causa de que por aquí todo
huele a El Tiempo; eso es lo que leen; ése es el maestro de
aquí; ése es el amo de aquí: ése es el gobierno de aquí. A los hombres que se
le humillan y venden, los endiosa; a quienes le resisten, los enlodan. Sus
métodos son: propaganda de específico yanqui para sus esclavos y calumnia para
sus adversarios. Ejemplo: las recepciones al Eduardo Santos son “apoteosis”...
¿No os causa vergüenza esta desvalorización de los vocablos?...
¿Cómo crear la cultura? Imposible, si antes
no se destruye El Tiempo. ¿Cómo tener un gobierno bueno?
Imposible, si antes no se destruye esa oligarquía.
Ciudadanos: ¿Votaréis por Eduardo Santos?
¿Será Colombia un pueblo tan oscuro como para lugar en donde reencarnen los que
cometieron negros crímenes?
Paraíso podría ser Colombia, paraíso
universitario, si no fuera por esta mala semilla de hombres que tienen cogido
el poder.
Por mi parte, cumplo mi deber y lo cumpliré.
Mi voz dirá la verdad hasta que tapen el hoyo de mi cuerpo. Lucho, ciudadanos,
como a vencer; en esta tribuna noble y pobre de El Diario Nacional, la misma del fundador de la Universidad Libre, protegido por el recuerdo de ese
hombre purísimo, predicaré la cultura y nadie podrá decir de mí, cuando muera,
que me vendí a El Tiempo; mucho he pecado, pero soy virgen en
el contrato de compraventa de votos. No es que sea virtuoso sino que se me
antojó devolverle a la tierra mi cuerpo siquiera con una virginidad. No os
podréis jactar de que yo sea el hijo del rico Calibán, así como lo son el
Sanín, el López de Mesa, el Arciniegas, etc., es decir, todos esos genios que
hieden.
—
o o o —
IX
En esto del ennoblecimiento de la
motivación, como resultado bellísimo de la cultura, insistiremos mucho, porque
aquí lo mucho nunca llegará a ser demasiado.
¡Bajísima la motivación en Colombia!
Precisamente, desde la noble tribuna del general Benjamín Herrera, nos hemos
empeñado en mostrar la baja motivación de unos disfrazados de liberalismo que
tienen cogido el poder público.
Los acusados se están rebullendo; en los
escritos últimos de El Tiempo y La Razón se
quejan del estudio de los móviles humanos, bregan por desacreditar el estudio
de la moral.
¡Aquí los tengo! No se rebullan, mis
blancos, porque me entuertan la cuchara: así gritaban los llaneros de Páez a
los españoles fugitivos; “entuertar la cuchara” es torcerse la lanza al
hundirla en el enemigo que rebulle.
¿Qué motivación es ésa, señor de la
dirección liberal? ¿Por qué no protesta usted ante el escándalo electoral del
santismo en Barranquilla, Cartagena Santa Marta, etc.? ¿Qué lección está usted
dando a la juventud liberal? ¿No le importa que se desacredite moralmente el
liberalismo con tal de que triunfe su compañero Santos? ¿Es usted santista y
conduce los intereses liberales en beneficio de una oligarquía? ¿De suerte que
para usted el liberalismo no es una agrupación que brega por un programa en
beneficio de la cultura patria sino una pandilla que maneja el dinero público,
los medios de propaganda y los instrumentos de acción social en beneficio de la
concupiscencia de unos corbatudos? ¿No ve usted que una dirección liberal que
encubra los delitos, entregará el partido sin un sólo copartidario que no sea
pagado? ¿Acaso liberalismo es agarrarse al presupuesto aunque se pudran las
conciencias y se hunda la patria en el abismo?
Los santistas del jurado electoral de Bogotá
le contactaron a Moisés Prieto: “Es verdad que en estos registros aparece que
votaron hombres muertos; pero, como están las firmas de ellos, no se pueden
anular”.
Pregunto:
los niños que están en las escuelas; los jóvenes que están en colegios y
universidades; los hombres todos que habitan en Colombia, ¿en qué medio moral
crecen y viven? ¿Qué educación ejemplar, que es la más influyente, están
recibiendo? Si Eduardo Santos resultare electo presidente de la república, ¿se
podrá culpar a las futuras generaciones de que usen el engaño como medio para
triunfar, de que crean que el éxito está en proporción al dolo? ¿Cómo
reclamarles, entonces, si traicionaren a la patria, a la madre y al espíritu?
Muy bien puede creer el editorialista
de La Razón que el derecho de huelga es inicuo, ahí a lo sumo
puede haber deficiencia intelectual; ¿pero cómo podremos justificarlo de su
silencio y complicidad en los fraudes electorales de eso que llaman santismo?
¿De suerte que con tal de que ganemos, no importa que el pueblo se corrompa y
que se desacredite el partido en cuyo nombre hablamos?
Ya vimos cómo la calle, los teatros y los
hogares son órganos de la Universidad; también lo es y principalísimo, el
periodismo; es el medio de propaganda cultural por excelencia. Y el periodista
que apoyare o guardare silencio acerca de un delito público, aunque sea
cometido por sus copartidarios, es un delincuente.
Y si Eduardo Santos se trepare a la
presidencia sobre el cadáver de aquel a quien llamaba su “amigo” y sobre el
cadáver de la moral pública, dando así una pérfida lección a las juventudes; y
si a las recepciones que le hagan las llaman “apoteosis”, y a él “grande
hombre” y a sus cómplices “maestros”, repetiremos que del Pacífico al Orinoco y
de la Guajira al Amazonas esta tierra está destinada para reencarnación de los
criminales.
Estas son las nociones de izquierdismo a
saber...
Cuarta. La
patria está por encima de los partidos (Benjamín Herrera).
—
o o o —
X
Quinta. El
Estado ejerce autoridad sobre el pueblo en proporción a la ignorancia de éste y
con el único fin de que se haga libre mediante el conocimiento.
Tenemos pues una gradación en que la
autoridad es un mal que sufren los ignorantes; el fin de la evolución humana es
la anarquía, estado cima de la conciencia. Ahí llegó Sócrates, quien no necesitaba
de verdugo para morir, de cárcel para no huir, ni de escritura pública y
partidas del estado civil para sentirse dueño del universo y hermano de los
hombres.
Tenemos pues que en esta Colombia
necesitamos de mucha autoridad al servicio de mucha Universidad: porque somos
primitivos, cuyo amor está todo en la bolsa estomacal.
Tal autoridad la ejercerán individuos
astutos y egoístas o gentes desencarnadas ya; aquéllos, engañando al pueblo;
estos bregando por iluminarlo; aquéllos mediante los métodos usados desde la
Conquista, dándole al pueblo cuentas de vidrio a cambio de oro y de conciencia;
estos, llorando porque se ven obligados a ejercer la autoridad para hacer
libres, tal como sucedió a Bolívar cuando lloraba por tener que inmolar a Piar.
Nosotros indicamos como candidato para regir
a Colombia, es decir, para organizar la Universidad, a un intelectual pobre
cuyo corazón está encendido en amor a la escuela; aquéllos indicaron al jefe de
una oligarquía que desde principios del siglo viene explotando al pueblo
mediante un periódico, El Tiempo. Ganaron inmensa fortuna con la
desgraciada disputa con el Perú, incitando a la guerra; luego ganaron incitando
a la paz; y mientras ganaban, decían que estaban ejerciendo la caridad porque
no recibían sueldo por los empleados honoríficos que tenían en Europa.
Refiriéndose a nuestro candidato, dijeron en
ese periódico, como un hecho que nos desacreditaba (tan indios son) que no
habíamos tenido con qué ofrecerle un banquete en Manizales. ¡Sí; que sea
verdad!: no tuvimos con qué, porque ustedes han gastado todo el vino oficial en
Santander, para recibir al Santos; porque ustedes tienen toda la riqueza, y es
verdad que Echandía no había salido de Colombia, que es pobre. Si el pueblo
colombiano desea un hombre rico, uno que haya paseado por Europa, que haya
ocupado muchos empleos, para cuyas recepciones han obligado a los niños de las
escuelas a caminar leguas y leguas, llevando banderas, y a gritar vivas a
Alfonso Araújo, que vote por Santos o por su hermano Calibán.
Si el pueblo colombiano ama la dignidad de
sus hijos, si desea que un hombre se retire de la presidencia con el mismo
vestido con que entró, pero con el espíritu más abultado; si desean que en
Colombia no se oigan tantos vivas a los hombres y no se vean tantas ambiciones
levantadas sobre los cadáveres, pues..., seguid a quienes no tenemos con qué
ofrecer un banquete, pero sí una escuela.
—
o o o —
XI
De la noción anterior, que el fin del Estado
es hacer libre al hombre mediante el conocimiento, deducimos que en el gobierno
izquierdista la motivación humana se eleva gradualmente, entendiendo por
elevar, universalizar. ¡Claro! Si la persona se va agrandando; si el
sentimiento de propiedad pasa del animal cazado al fundo, de éste al municipio;
si el amor pasa del filial al familiar y de éste al patrio y de ahí a la
humanidad, claro está que la motivación se universaliza a medida que
evolucionamos.
¿No veis claramente ahora que no es posible
hacer comunista o anarquista (en el sentido intelectual de estos vocablos) a un
pueblo, por la sola voluntad de un hombre o de un congreso? Tan imposible es
como hacer que un niño se convierta ya en hombre porque nos da la gana.
¿Cómo se logra? Mediante el cultivo
(Universidad).
Pero estamos en un impasse: ¿Cómo vamos a
crear un gobierno universitario, autoritario y partero de almas libres, si
somos primitivos? ¿Dónde hallar los hombres?
Los hay en Colombia: Darío Echandía, Arango
Vélez, Alejandro López, Eduardo Vallejo, Gaitán, Solano, etc. Unos veinte que
tienen motivación que sale ya de la bolsa estomacal.
Hay más de veinte, pero la mayor parte están
prisioneros de El Tiempo; son muchos los que se hallan en
aquel estado de conciencia en que estaban los discípulos ocultos de Jesús, los
que no se atreven a vender lo que tienen.
¿Y el pueblo? Nuestro pueblo, y no me
cansaré de repetirlo, es de una gran potencialidad, pero está engañado por la
propaganda a lo O.K. Gómez Plata, que les hace El Tiempo a
hombres arteros, vendidos, a quienes llama “maestros”.
¿Qué motivación es ésa? Los maestros de
escuela, durante las correrías de Eduardo Santos, obligan a sus niños a gritar
vivas: la niñez sirve para que al “maestro” le mejoren el empleo; y en ese
ambiente moral crecen los niños.
¿Cómo queréis que no sean unos futuros
Araújos o Navarros?
Y al que hizo fraudes en Boyacá y que nadie
conocía, pues al día siguiente de los fraudes comienza El Tiempo a
cantaletear:
“Castro Martínez, en formidable oración,
refutó a José Mar”. “Retrato de Carlos Martínez”. “Castro Martínez engrandeció
a Boyacá”..., etc.
Aquí no hay Universidad. Aquí todo huele
a El Tiempo; aquí vamos a llegar hasta el punto de que no entierran
a uno si no fue reportaje de El Tiempo.
Pero no. Ya está la jugada: somos muchos los
que hemos ofrecido la vida a un ideal de libertad universitaria; nos cogieron
desprendidos, pero cada día disminuyen los calibanes y aumenta nuestro
ejército, el ejército de quienes no beben en totuma sino como los seres libres,
del manantial.
—
o o o —
XII
Nuestra doctrina es completa: consideramos
al hombre como un devenir (evolución); estaba en la materia amorfa; llegó al
zoísmo; le apareció la idea de propiedad y tiende a la expansión de su
conciencia. Toda esta evolución se efectúa mediante fuerzas que obran sobre él
por dentro y por fuera.
Tenemos pues un fin para el hombre: el
comunismo universitario; tenemos un método de cultivo, la cultura
(Universidad); todas las instituciones son para nosotros instrumentos o
andaderas: el gobierno es método de cultura; el matrimonio, modo de crear
hombres; la religión, forma evolutiva en que manifestamos nuestro amor por la
anarquía que nos espera cuando nos sintamos centros del universo.
En otras palabras, izquierdista es el
universo que vive en el sentimiento de que el hombre no es obra acabada sino
una promesa.
Toda la diferencia que hay entre derechista
e izquierdista consiste en que aquél considera al universo como apariencia
definitiva: no admite el largo camino que hay desde la materia amorfa hasta el
universitario anarquista o hijo de Dios; para ellos, las instituciones, como el
matrimonio, son inmodificables; para ellos, el hombre posee la verdad; para
nosotros, posee nociones perfectibles indefinidamente.
Y es llegado el momento de estudiar la noción
de revolución; debemos aclarar muy bien esto y decir por qué es necesario que
en Colombia seamos revolucionarios.
—
o o o —
XIII
Varias nociones hemos analizado, pero la
llave de oro, aquello sin lo cual Colombia no llegará a ser una patria o teatro
de representación humana, es:
Todas las
energías, todos los recursos deben dedicarse al cultivo del hombre
(Universidad).
La radio, el periodismo, todo el capital
deben dedicarse a la cultura, porque ya vemos que en ciento y pico de años no
han aparecido hombres directores; hemos tenido algunos que sintieron vagamente
una motivación elevada, patria, pero tan vaga, tan sin cultivo, que se perdió
en la motivación animal.
Es verdad que hemos tenido directores de la
república que han medio soñado en una acción patriótica, pero, como no fueron
cultivados, delinquieron en la realidad. Por aquí, en Suramérica, sólo se
levanta purísima la imagen del Libertador: todo lo ofrendó a la patria; murió
consumido; cumplió con aquello que constituye al héroe: darse íntegramente a un
objetivo de creación social. ¿Qué logró para lo que llaman vulgarmente
“persona”?
Oigan: ahora, cuando nos cubre la tristeza,
a unos porque la patria marcha a la ruina económica, porque se derrumban los
comienzos que habíamos logrado de industrias nacionales, porque la patria es
invadida y los ahorros desaparecen, y a otros porque vemos que el hombre
colombiano no reacciona, delinque, tiene por móvil el egoísmo bruto,
refugiémonos en el incitante recuerdo de Simón Bolívar y repitamos aquello que
le escribió a un señor White, desde el Orinoco:
Del hombre
puede un maestro hacer lo que quiera.
Bolívar nos dejó enseñado que Colombia nada
sería sin un organismo que incitara a la virtud y la premiara.
Hoy, cuando todos estamos aterrados de la
obra que hemos hecho, copiemos textualmente la carta del Libertador a Guillermo
White:
“Tenga usted la bondad de leer con atención
mi discurso, sin atender a sus partes, sino al todo de él. Su conjunto prueba
que yo tengo muy poca confianza en la moral de nuestros ciudadanos, y sin moral
republicana no puede haber gobierno libre. Para afirmar esta moral, he
inventado un cuarto poder que críe los hombres en la virtud y los mantenga en
ella...; si usted quiere república en Colombia, es preciso que quiera también
que haya virtud política.
¡A qué no se han sometido los hombres! ¡A
qué no se someterán aún! Si hay una violencia justa es aquélla que se emplea en
hacer a los hombres buenos y, por consiguiente, felices; y no hay libertad
legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionar su
suerte”.
En esta carta están todas las ideas que yo
he expuesto en esta mi obra; reconozco que hoy sigo siendo un comentador de
aquel genio.
Entrego esa carta al directorio liberal y al
directorio conservador, a la juventud y a todo aquél que no tenga completamente
podrido el corazón: les suplico que la mediten y que me respondan a este
interrogatorio:
¿Ante los desastres económicos y morales que
están sucediendo, no es preciso, urgentísimo, reaccionar? ¿Y reaccionar
mediante la acción cultural? ¿No estamos obligados todos a exigir un presidente
universitario, que nos diga: hay que cultivar al hombre colombiano, hay que
crear la mora: hay que hacer hombres? ¿Cómo vamos a elegir presidente a ése por
cuya acción periodística se han realizado todos los males que hoy lloramos?
¿Quién ha gobernado desde 1914? El Santos, desde El Tiempo; él ha
impuesto ministros, gobernadores y porteros: él ha aprobado, incitado todo lo
que se ha hecho desde entonces; él ha ganado (oídlo bien) con la guerra y con
la paz deshonrosas; con la Colombiana de Tabaco y con su agonía... sólo que
hoy, arteramente, pretende subirse a la presidencia sobre el cadáver del amigo
y sobre el cadáver de la industria nacional. ¡Oh, espíritu libertado, confunde
a este Tartufo y a su Calibán!
¡Qué
gente tan artera y bellaca nace por aquí!: ¡ser capaces de aprovecharse a un
mismo tiempo de la adulación a un presidente y de las enemistades que tiene ese
presidente, con el fin de satisfacer una ambición monstruosa! ¡Abrazar y
asesinar a un mismo tiempo al asesinado! ¡Secuestrar a un cadáver y honrarlo
con el fin de que le sirva de taburete! ¡Y el pueblo colombiano dejarse
engañar, esa obra impía!
¡Oh, espíritu del Libertador, confunde al
Tartufo!
Nuestro fin es ilustrar al pueblo. Se trata
ahora de lo siguiente: que el Santos, el Cano y la oligarquía de desdentados
que forman un cáncer en la república, pretenderán arteramente con mucha, con
mucha habilidad, que la creación que se nota en el pueblo a causa de los
errores y crímenes de los gobiernos de El Tiempo, sirva para
apoderarse de ellos nominalmente del poder, pues realmente lo han tenido. Es
decir, el asesino quiere aparecer como vengador del asesinado.
Nosotros hemos lanzado el grito de alerta;
hemos dicho que es necesario acabar con El Tiempo y dedicarnos
a cultivar al pueblo para que haya hombres: higiene y Universidad. Aprobamos de
los gobernantes la acción democrática y cultural; por eso estamos con Echandía.
Éste es una bandera; lo escogimos porque es universitario, democrático, su vida
pública sólo ha tenido que ver con las escuelas y la democracia.
Desde Envigado les suplico al doctor Arango
Vélez, a Solano, a Gaitán, a Alejandro López, a Prieto y demás compañeros que
no vayan a transigir; que la patria habla hoy por medio de los hombres de este
movimiento echandiísta; que le conserven a éste su carácter desinteresado de la
cultura: el triunfo está en la enseñanza. Con nosotros están todos “los héroes
y pensadores del liberalismo”.
—
o o o —
XIV
Filosóficamente el izquierdismo nace de la
noción de evolución, a saber:
Todas las apariencias (seres, cosas) están
cambiando de estado, progresivamente.
Llamamos fenómenos a estas apariencias y
ciencia al estudio de las fuerzas que determinan su evolución.
De tales postulados deducimos que en la
mente no hay verdades sino nociones, las cuales también evolucionan.
Pues bien, el hombre es sujeto de la
evolución; de tal modo que puede ser cultivado.
Por eso es tan admirable lo que dice Bolívar
en la carta a Guillermo White, transcrita en artículo anterior:
“He inventado un cuarto poder que críe los
hombres en la virtud y los mantenga en ella”.
...“Si hay una violencia justa es aquélla
que se emplea en hacer a los hombres buenos y, por consiguiente, felices; y no
hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a
perfeccionar su suerte”.
Tenemos pues que el Libertador fue un
precursor de las teorías modernas; fundador del evolucionismo moral y
sicológico; en él se haya todo lo que llamamos moderno.
Dice: “...honrar la humanidad está por
encima de la patria, así como el partido político es para servir a ésta”. Es la
doctrina de nosotros los hebreos internacionalistas.
Que Simón Bolívar profesaba nuestra doctrina
de que la fortaleza de los gobiernos, es decir, el grado de autoridad o
violencia está en proporción de la ignorancia del pueblo, se ve claramente
cuando dice: “Si hay una violencia justa es aquélla que se emplea en hacer a
los hombres buenos y, por consiguiente, felices”.
Por esto, oh juventud, es absolutamente
necesario que en 1938 tengamos un presidente universitario. ¿O estamos
trabajando sobre una juventud de nombre, que no reacciona, capaz de vender a la
madre por un chimbo? Acabo de leer una bobería escrita por un tal Atolín Díaz,
en La Razón, y me siento pesimista; me digo: un pueblo que goza con
esas inmundicias, un pueblo que lee El Tiempo, un pueblo que toma
en serio a unos muchachos con pelos e instinto de gobernar, indudablemente que
merece al sobrino de Antonia, al Santos.
—
o o o —
XV
Llámanse instituciones aquellos moldes
determinados y consagrados en que los hombres de un pueblo ejercen su
conciencia en evolución. En términos más claros, son la consagración social de
las nociones a que ha llegado la conciencia de un pueblo.
Por ejemplo, las disposiciones legales
acerca de la propiedad y la herencia, no son otra cosa que la consagración de
los sentimientos de un pueblo acerca de lo mío y lo tuyo y del alcance que allí
tiene el amor: hasta los hijos, o hasta lo nietos, o hasta tal grado de
parentesco, o hasta el prójimo. En la etapa en que el hombre se siente aislado
de sus semejantes, la propiedad es la facultad ilimitada de usar, gozar y abusar
de las cosas poseídas; a medida que el hombre se va sintiendo solidario de todo
el universo, por grados, por grados también se va limitando la facultad de
abusar, hasta llegar al goce y uso de todo. (Comunismo universitario).
Tenemos la institución matrimonio: cuando el
hombre está aislado del universo (conciencia cavernaria), el matrimonio es la
posesión de la hembra, semejante a la posesión del hueso por el perro; luego es
la unión para satisfacer necesidades mutuas; después para tener hijos, y la expansión
de la conciencia llega poco a poco a hacerle sentir que es unión para honrar la
humanidad; que el enfermo no puede engendrar, etc.
Con dos ejemplos tenemos muy claro que las
instituciones sociales no hacen sino consagrar sentimientos en evolución.
Ahora bien, las instituciones no progresan
en la medida de los sentimientos; quieren perdurar; los intereses creados las
defienden, cuando ya no tienen vida; una institución muerta como sentimiento
sigue viviendo como cascarón; en ellas se refugian las oligarquías
explotadoras.
¿Cuál es, pues, la noción sagrada de
revolución? Esta: la conciencia que ya se ha expandido y que está comprimida
por instituciones caducas, estalla y las destruye. Es el mismo fenómeno que se
observa en la vida de los astros y en toda vida; y las revoluciones son
fenómenos rítmicos, sometidos a leyes y a medidas.
En Colombia (en Suramérica) no tenemos
instituciones propias porque no hemos tenido vida independiente; todas han sido
importadas, plagiadas. Suramérica es tipo de colonia síquica y económicamente.
Es un hecho que en Colombia aparece ya la
conciencia propia; tenemos un maestro único, que nos libertó políticamente y
cuyos pensamientos nos han ido libertando síquicamente: Bolívar. Él está
creando día a día a Colombia; su obra admirable la está realizando después de
muerto.
Yo creo que llegó el momento de la
revolución muerta. El espíritu de Bolívar está inquietando a toda la juventud.
Llegó el momento de obrar en nombre de este
fundador del izquierdismo colombiano, más noble que todos.
Necesitamos, oh juventud, un presidente
salido de la Universidad, que adopte el fin propuesto por el Libertador, honrar
a la humanidad, dar nuestro aporte a la cultura; necesitamos un hombre cuya
conciencia esté por encima de pequeños negocios, de pequeños odios y pequeños
amores. ¡Viva nuestra revolución! Haremos volar con la dinamita del amor todas
estas instituciones entreguistas; destruiremos estos robos organizados; seremos
nacionalistas, pero como medio para “honrar la humanidad”.
¿Cómo es posible que haya hombres que voten
por Eduardo Santos? ¿Será que esto no es pueblo sino pandilla?
—
o o o —
XVI
El método es el camino de la cultura; es él
camino único para la beatitud, pues la mente conoce por orden, progresa.
Así,
nosotros, los izquierdistas, tenemos como símbolo la escalera; tiran, a modo
único para ascender, y decimos:
El amor filial es una escala, y otras son el
amor municipal, y el patrio, y el humano, y como cima consideramos aquel estado
ideal en que la cultura expandió tanto nuestra conciencia que nos sentimos
dueños enamorados de todo el universo.
Nosotros, los hebreos, amamos mucho a
nuestra tierra y a nuestra raza, pero... para “honrar la humanidad” (Bolívar).
Por eso, a mí me sangra ahora el corazón al
ver amenazadas las industrias de Antioquia, la esencia de la raza antioqueña
que consiste en esfuerzos ejemplares por autoexpresarse en una patria. ¿Qué
vale, cuál es el mérito de este grupo humano que habita entre arrugas andinas?
Vale porque es levadura de patria, de la futura Colombia; vale por su egoencia;
vale por su colombianismo creador.
Verdad es que ama el dinero; verdad es que
el antioqueño parece alindado por alambre de púas, pero ¿cómo tener la rosa sin
las espinas? Todo defecto es aparente; no hay defectos sino cualidades; para un
educador sólo valen los hombres que tienen energía porque precisamente el fin
de la cultura es encausar aquélla. Para el maestro lo único malo es la apatía,
los niños u hombres a quienes los vulgares llaman “buenos”.
¡Bendito pueblo antioqueño! ¡Bendito seas en
tus usureros, en tu Colombiana de Tabaco, en tus viejos y viejas astutos que
inventan maneras inverosímiles para engañar a Dios y robarle el Cielo! Bendito
seas, porque mediante la Universidad, mediante un gran presidente-maestro, tendrás ambiciosos y usureros de
gloria, niños, viejos y viejas invisibles en la brega por llegar a ser honra de
la humanidad.
Antioquia, toda Colombia, necesita
urgentemente lecciones de motivación. Junto con Arango Vélez, Solano, Gaitán y
demás compañeros que han iniciado este movimiento cultural con la bandera de la
escuela (Echandía). Clamo para que se reúnan todos los patriotas alrededor
de El Diario Nacional.
Ahí está el general Herrera, maestro que nos legó lo siguiente:
“El liberalismo debe entregarse a la
Universidad”.
—
o o o —
XVII
He recibido muchas cartas en que me
preguntan: ¿a qué escuela pertenece usted? Esta pregunta es de la misma familia
de aquélla que tanto se oye en lo que aquí llaman Universidad: ¿dónde principia
la lección?
En pueblos primitivos, en almas primitivas,
en almas incipientes, hay el perjuicio de “la verdad”, de que fulano posee la
verdad, así como el perro posee el hueso que devora, o como el hombre es dueño
de “su mujer” en las sociedades primitivas.
Las nociones no tienen escuela, hijos míos;
toda noción es provisional, indica el grado evolutivo de una conciencia. Por
sus nociones conoceréis al hombre. Ellas son la manifestación; por medio de
ellas nos manifestamos en cada tiempo y lugar, y ellas son las que crean las
estructuras sociales de cada época. Por ejemplo, cuando la conciencia humana
estaban en aquel período embrionario de la horda, la noción de propiedad nació
como sentimiento de posesión de los vencidos: esclavitud. Aún no había
propiedad de la tierra, cuando ya el hombre se sentía dueño de hombres.
De tal modo que es inocente el preguntar a
qué escuela pertenecemos. Debemos preguntar así: ¿en qué grado de evolución
está este hombre según estas nociones que manifiesta?
Somos caminantes; la vida es camino y las
nociones son posadas; no es en libros o “escuelas” en donde estamos
matriculados, sino en la escuela de la vida; y ahí no nos “gradúan”; no hay
término, no hay doctorado; el único fin a que podemos aspirar en esta escuela
de la brega es a dar a luz nuestro espíritu en el lecho mortuorio iluminado por
el resplandor de la Verdad, la cual nunca ha visto ni verá el hombre cara a
cara.
Este izquierdismo nuestro no vale sino
porque es amor a la patria, no vale sino como acicate; son nociones en devenir;
provisional es toda afirmación nuestra; sólo en la época teológica de la
humanidad cree el hombre que tiene prisionera a la verdad en el bolsillo de los
calzones.
En todo caso, Colombia es muy primitiva: es
difícil libertarlos de la letra; los mismos que se llaman izquierdistas creen
generalmente que la verdad se halla en un libro de Marx y que el régimen
soviético es definitivo. En Marx hay proposiciones, que indican su grado
evolutivo, y no más, y el régimen soviético es una experiencia, una estructura
en que se manifiesta la conciencia rusa. En el presente ensayo no hay sino unas
nociones a que ha llegado el autor, paseando, padeciendo, actuando, etc., es
decir, son el resultado de su vida y no tienen otro valor social que la
incitación que produzcan.
Aplicando a Colombia lo anterior tendremos
estas conclusiones:
a) Que la Universidad colombiana carece de
toda vitalidad; es reunión física de hombres en edificios más o menos
impropios. Hace intrigantes, malos funcionarios.
b) Que los políticos que explotan a
Colombia, la oligarquía de los Santos, son apenas gente muy astuta; aún no han
comenzado a autoexpresarse; sus almas están cubiertas por dos o tres libros,
nociones ajenas, sin vida. Son astutos y arteros porque el suramericano es
híbrido, liberto muy reciente poseedor de las artes del engaño con el fin de
liberarse del castigo: sicología de los colonos.
c) Que si la juventud universitaria de
Bogotá le pone amor a esta causa echandiísta, cultural; que si los patriotas de
la república rodean al doctor Arango Vélez, a Solano, Gaitán, José Mar y demás
compañeros, podríamos comenzar la escuela viva, la formación de una patria
bañada por dos océanos.
—
o o o —
XVIII
Sí; para este movimiento cultural (y el
hombre no se modifica sino por medio de la cultura) llamamos a la juventud
universitaria de Bogotá, porque es un hecho que Colombia está centralizada
emotivamente. El que haya experimentado, tiene que reconocer que en Colombia
nada se puede sino desde Bogotá; es la capital más capital en el mundo.
Si logramos poner entusiasmo en la juventud
bogotana, la obra estará asegurada para 1938.
Llamamos también al López de Mesa, al Sanín
Cano, etc. Son hombres que han estudiado mucho, que saben mucho y que van por
un camino que no es: “tienen deberes”. ¿Por qué no le sacrifican a la patria
los pocos años que les resta de vida? ¿No ven claramente que esto del
“santismo” es la ruina del partido liberal?, ¿de la obra posible del partido
liberal? ¿Cómo no se dan cuenta de que “santismo” es una reacción equivocada,
patológica? ¡Pero si es reacción de que se han aprovechado dos hombres
astutísimos y malévolos: Luis Cano y Eduardo Santos!
Por mi parte diré lo que vea claramente y
con los términos en que me nazca. Y veo claramente que llegó el instante en que
nosotros realicemos algo en el territorio que se nos asignó, metódicamente,
dominado el medio y cultivado a los ciudadanos, o cederles el campo u otra
gentes, resignándonos a que nuestros descendientes sean colonos. Hasta hoy nada
hemos hecho; hemos ido cediendo la soberanía; el trabajo, la incorporación del
esfuerzo humano a la materia, la hemos encomendado a extranjeros, llamando
nosotros “bienestar” y “riqueza” al precio que nos han dado por la patria. El
petróleo que consumimos no tiene ningún esfuerzo nuestro: nos lo dan
extranjeros a cambio de concesiones; los aparatos voladores no tienen ningún
esfuerzo nuestro; volamos a cambio de una concesión; oro, bananos, carretas,
ferrocarriles, todas las cosas que gozamos no tienen otra marca de fábrica que
la de nuestra pereza y baja astucia. Frutos son de la desidia producida por
endemias tropicales y por lo que llaman aquí Universidad y gobierno y clase
directora.
Llamamos también a Juan Lozano. ¿Cómo es posible que él tan patriota, hombre enamorado,
esté ayudando a esa oligarquía que nos gobierna desde 1914 y que tiene
prisionera a la juventud, al gobierno, a la mujer?...
En Colombia hay tanta enfermedad que hasta
la reacción es patológica.
—
o o o —
XIX
...Al observar las reacciones causadas en
los colombianos por la invasión del capital extranjero (British Tobacco
Company, etc.), concluimos que por aquí la médula nerviosa es vivaracha y, como
tal, carece de resistencia: un colombiano se agota con un discurso; éste le
sale erudito y brillante, amenazante y sonoro, pero el autor queda exánime,
indefenso.
Podríamos reconstruir, sin un solo error,
las cartas que los agentes ingleses de la British Tobacco escriben desde aquí a
sus comitentes. Dirán:
“Por el conocimiento que tenemos de este
pueblo tropical, habíamos previsto telegramas de protesta, editoriales,
sesiones tempestuosas del Congreso, etc. Pero a un mismo tiempo habíamos
previsto que todo se llevaría a cabo según nuestros intereses, que del
principio de la unidad, de la energía se concluye que pueblo alharaquiento es
pueblo indefenso.
El colombiano carece de personalidad; es
enfermizo, vivaracho e inútil para la acción Un periodista venezolano que
visitó hace algunos días este país escribe que por aquí
nada sucederá. No se preocupen por lo que dice la
prensa que les enviamos por este correo, pues ya todo está hecho en “el mejor
de los mundos posibles”; para calmar esta tempestad editorial bastará que uno
de nuestros ayudantes colombianos inicie en la Cámara y en El Tiempo la
investigación de “un escándalo”, por ejemplo, que diga que alguien se robó dos
pesos en una telegrafía; entonces los periodistas podrán insultarse mutuamente
y olvidarán a la British, etc.”.
Reacción enfermiza; la invasión, los
fraudes, los hurtos, les causan embriaguez y reaccionan... ¡eligiendo
presidente al Santos de El Tiempo! ¿Qué necesitamos? Acabar
con El Tiempo e iniciar la campaña cultural e higiénica. Con
los hombres que hay no se hace siquiera una colonia.
Para que los colombianos reaccionen
normalmente, para que tengan resistencia nerviosa, lo primero es una lucha
decidida contra las endemias tropicales y contra la sífilis y el alcoholismo,
pues el hombre es maquinaria; lo segundo, un estatuto científico acerca de la
formación de la raza (matrimonio, inmigración, etc.), y lo tercero, la
Universidad (organismo escolar).
Hay que coger las cosas por donde es; todo
tiene cogedera. Por ejemplo, para un izquierdista no tiene demasiada
importancia “reformar el concordato”, pues con reforma o sin reforma, mientras
seamos lo que somos, seremos pajes de la Curia. Tampoco tiene mucha importancia
un estatuto electoral que bregue por evitar el fraude, pues mientras seamos
“santistas” por dentro, mientras seamos ladrones de votos, por dentro,
robaremos...
Esta manía nuestra de “reformar el
concordato” y de “ley electoral” es forma importada de un sentimiento
extranjero. Me explicaré: por allá, en pueblos que tienen sentimiento de la
libertad espiritual y de la honradez, le dieron forma a tales sentimientos
“reformando el concordato” y legislando sobre elecciones; y nosotros imitamos
la normas o estructuras, sin tener aún el sentimiento que las creó. Traigan mil
leyes, y seguiremos ladrones; expidan mil leyes anticlericales, y seguiremos de
pajes del Cura. Por dentro es donde está el busilis. La vida es centrífuga, es
decir, irrumpe en formas.
Por lo tanto, el secreto está en
destruir El Tiempo e iniciar la creación de hombres.
Hay muchas leyes, muchas leyes, mucho
reglamento, mucha palabrería y no se ve el resultado. ¿Qué resulta de tanta
literatura?
Bueno es aquello que da resultados.
—
o o o —
XX
Hemos llegado a la noción de la
“personalidad”, la más difícil. Iremos entrándole poco a poco.
En primer lugar, tenemos que la
significación de las cosas es producto humano o, en otros términos, que sin el
hombre el mundo carece de interpretación. Éste es esencialmente cómico, se
representa en la Tierra. Tenemos, por ejemplo, la belleza: son bellas las cosas
cuando están ordenadas de modo que causen euforia o sentimiento de poder en el contemplador.
Feas son cuando más o menos directamente apocan nuestro sentimiento de poder.
La bondad y la maldad pueden definirse de igual manera, cambiando el término
poder por utilidad.
De suerte que el hombre es un creador; es
que le da belleza y bondad al mundo mediante su trabajo; ese trabajo tiene como
fin convertir a la materia inútil y bella, pues la utilidad y la belleza
(difíciles de separar) son los móviles del hombre.
¿Cuál es el fin por el cual brega el hombre?
Humanizar la materia, dominarla, darle sentido humano.
Entonces, ¿cuándo diremos que un pueblo
tiene personalidad? Lo diremos cuando se muestre capaz de trabajar el lote de
tierra que se le asignó y que llaman territorio patrio: haciéndolo a su imagen
y semejanza. Es decir, en la medida en que un pueblo se incorpore a la materia
mediante el trabajo, diremos que tiene personalidad. Porque la noción de patria
material es la siguiente: el pedazo de tierra alindado, con sus riquezas
naturales, que posee una gente para manifestarse en él, para humanizarlo.
¡Aquí los tengo! Aquí los tengo con esto del
capital extranjero. Mi amigo que está tan cerca de mi corazón, el maestro
Alejandro López, dijo en la Cámara ser enemigo de la inmigración de capitales
extranjeros. Yo creo en eso. Porque eso que llaman capital extranjero viene
siempre con gente; porque aquí llaman capital extranjero al trabajo extranjero.
Díganme un solo caso en que haya entrado un solo capital.
Nos han hecho los ferrocarriles; los caminos
todos; las máquinas; nos han trabajado la agricultura; no han trabajado la
industria del mutuo a interés; en una palabra, aquí se han representado otros
pueblos. Si patria es el suelo que hemos humanizado con nuestro esfuerzo,
haciéndolo a nuestra imagen (crear), no tenemos patria.
¿Cómo es que los autorizados tardan o no
quieren decir: “No entrará a Colombia la British Tobacco Company” sin una ley
que los autorice para ello? La que expresé antes, la ley natural que determinó
el aparecimiento de patrias.
No se trata de proteger a la Colombiana de Tabaco,
sino de que Colombia es para representarse en ella la gente colombiana.
Yo respeto y amo el actual gobierno por su
inquietud escolar; en lo demás vivo a la enemiga, predico la revolución
completa; ninguna de las instituciones colombianas posee nuestro sello
(personalidad).
Los pensadores que han penetrado en la
noción de personalidad son todos enemigos de este deseo de fáciles comodidades
que nos induce a importar riquezas. Citaré únicamente a Havelock Ellis en su
libro “El alma de España”. Dice:
“El empréstito sólo es beneficioso cuando se
subordina al desarrollo del genio nacional. Una nación que, en su afán por
nivelarse con otras que llevan una vida más próspera, se somete servilmente al
molde que éstas le suministran, descuidando la posesión activa de sus
tradiciones, se condena a sí misma a una mediocridad sin esperanza. Para llegar
a ser potencia grande y fecunda, un nación ha de comenzar por ser fiel al
imperativo del instituto”.
Pues bien, en Colombia sólo se ha efectuado
un empréstito con el fin de cumplir el imperativo del instinto; y fue el
empréstito Zea, para la independencia. Los otros han sido en realidad
introducción de trabajo: nos han hecho edificios, caminos y aun estatutos, como
el bancario.
Hoy día, en la situación en que está Colombia,
sin personalidad, dominada síquicamente, es posible obtener empréstitos; lo que
así llaman en Suramérica es el precio de la venta de las riquezas naturales.
¿Qué capital introduce la industria bancaria
extranjera que hay en Colombia? Prestan los depósitos colombianos. Todas las
compañías extranjeras vienen únicamente a reemplazarnos en nuestro deber de
trabajar.
Desde el punto de vista de la personalidad,
Colombia no ha nacido. ¡Viva Echandía!
—
o o o —
XXI
Ya lo habíamos previsto, que no iban a entendernos.
En unos escritos que han aparecido en la prensa santista de Bogotá, en que
tartamudean acerca de Universidad y de cultura, vemos claramente que carecen
por completo de estas nociones, a pesar de nuestro esfuerzo.
En primer lugar, la noción de maestro no es
“el que enseña la verdad”, pues la verdad no se enseña sino que a ella se llega
gradualmente por medio de la experimentación.
Maestro es acicate, incitador o partero. De
ahí el considerar la vida como brega o como un camino y a los maestros como guías
amorosos. Precisamente vemos que la vida se cumple dentro del espacio y el
tiempo, lo cual significa que es movimiento, brega medida, camino.
Ahora bien, tales nociones de cultura están
indicando que el fin del gobierno es la Universidad. Hasta hace poco, la noción
era la maquiavélica, el arte de someter a un pueblo a la explotación del
príncipe o príncipes. Para ello se usaba de artes sicológicas, tales como el
miedo (religión, penas), la diplomacia (engaño), etc. El principio piedra
angular de tal sistema de gobierno es mantener al pueblo en la ignorancia.
Los izquierdistas sostenemos hoy que el
pueblo nunca se le debe engañar, por ningún motivo, pues cada cosa engendra su
semejante. La religión no puede usarse como medio de someter a los hombres al dominio
ajeno; deja de ser religión para convertirse, como sucede en Colombia y en
España, en arte de engañar.
¿Por qué esos periodistas “Apeninos” de
Bogotá dicen tanta bobería acerca de la cultura? En primer lugar, porque se
imaginan que basta leer un libro acerca de tales asuntos; no saben que es
preciso meditar.
La lectura es buena hasta la edad de los
veinticinco años; luego, es perjudicial; pasada esa edad se debe meditar,
observar y meditar, y comparar nuestros pensamientos con los ajenos, es decir,
consultar. A este propósito escribiré el próximo artículo acerca de la noción
de biblioteca (lectura, consulta); a este propósito, y con riesgo de ofender a
los perversos de El Tiempo, sólo diré que el gran defecto
colombiano es la lectura; leen para dormirse; López de Mesa y Sanín Cano no han
hecho sino leer; son como ancianos sin destetar. No tienen una noción que les
haya nacido a ellos. Por eso son partidarios de todo lo extranjero, de la
British Tobacco Company.
En segundo lugar, dicen tanta bobería
en La Razón y El Tiempo porque quieren
engañar al pueblo; representan a la colonia, a los gobiernos coloniales que han
mantenido sumiso al pueblo colombiano abusando de todo lo sagrado: la amistad,
el amor que tiene el pueblo a sus hombres representativos, la religión, etc.
¿No vemos como secuestrado el cadáver de Olaya Herrera y una boleta suya
escrita en la intimidad, con el fin de hacer fraudes y de hacerle creer a
Colombia inocentona que Pedro Juan Navarro y Eduardo Santos son también dignos
de que vayamos a encontrarlos cuando los traigan más cadáveres de lo que son?
—
o o o —
XXII
Si maestro es, según nuestra doctrina
izquierdista, el incitador de la personalidad, podremos decir que biblioteca es
un órgano del magisterio.
Biblioteca, es la reunión ordenada de
organismos ideológicos impresos, por medio de los cuales revivimos, recreamos
en nosotros la sucesiva representación del hombre sobre la Tierra.
Es decir, sin la biblioteca, la vida de cada
hombre estaría limitada por sus días; mediante ella revivimos toda la brega del
hombre; nos universalizamos más o menos, pudiendo afirmar que vivimos fuera del
espacio y del tiempo y que no somos epifenómenos sino que somos El Hombre. El universitario es Sócrates, y es
Alejandro y es todo lo humano, pues mediante la biblioteca ha revivido, recreando en sí mismo,
como dijera San Pablo, la brega, la motivación, el amor y los odios de los
antepasados.
Son muchas las maneras como se conserva en
formas la representación de la energía. En tal sentido podríamos decir que las
capas geológicas, con sus huellas del devenir, fósiles, etc., son un modo de
biblioteca. Desde tal punto de vista, serían bibliotecas todas las reuniones de
huellas mediante las cuales inducimos o recreamos la vida pasada.
Desde tal punto de vista, podemos afirmar
que el hombre es el animal que se universaliza, que se libra de las
limitaciones de espacio y tiempo, mediante la inducción que efectúa sobre las
huellas. Es el animal que posee la facultad de revivir, unificando dentro de sí
el pasado, el presente y el futuro. Tal facultad es tan admirable, que ha
inducido al hombre a llamarse hijo de Dios.
Pero biblioteca propiamente no se refiere
sino a libros, a la manera como el hombre deja por medio de escritura el
recuerdo de sus manifestaciones. Es la documentación escrita y ordenada.
Mediante ella, la obra del hombre sobre la
materia (ciencia, aprovechamiento de la energía) no tiene que ser principiada
en cada generación sino que Pasteur revivió a Hipócrates y continuó su vida y
ninguno de los dos ha muerto. Así, pues, la biblioteca vence a la muerte; la
verdadera inmortalidad está en el libro. El hombre es inmortal porque su
energía reencarna en sus hijos, mediante el libro, y porque de toda su
motivación deja huellas que nos incitan. Por eso se puede afirmar que la
facultad de incitar o de engendrar es lo que hace al hombre maestro y que ése es su verdadero oficio.
La humanidad es solidaria porque el hombre es maestro.
Mediante la biblioteca revivimos también las
grandes síntesis que efectúa el hombre de vez en vez, cuando la ciencia
(análisis) ha logrado acumular muchas conquistas dispersas. El progreso de la
mente humana es así: períodos de lucha con la materia, humanizándola (ciencia),
seguidos de épocas filosóficas, o sea, durante las cuales el hombre se recoge y
efectúa la síntesis. En tal sentido podemos definir la filosofía como la
ordenación de los datos científicos para indicar el grado de evolución de la
conciencia humana. Tal es el sentido único de los sistemas filosóficos; no
tiene más valor que el de indicio del grado a que ha llegado el hombre en su
ascensión consciente hacia la unidad, mediante el trabajo o brega. El papel del
hombre en la Tierra es bregar (artes, ciencias, trabajo), con lo cual se hace
consciente o filósofo. Las patrias aparecieron para que los grupos de hombres
humanizaran lotes de terreno, representándose en ellos. Así se justifica el
nacionalismo: el patriotismo, una andadera para llegar a la Universidad.
Esta concepción de biblioteca, de lectura y
de estudio es la que deseamos para Colombia. Los santistas leen para dormirse:
es entretenimiento, como fumar; es vicio, como el alcohol; leen por vanidad,
para decir discursos en el Congreso. Y leen tanto y tanta bobería, que estos
que llaman “sabios” y “maestros” están tan tapados por lo ajeno, por lo
europeo, que para encontrarles el alma hay que taladrar más hondo que para
hallar petróleo. El Sanín Cano y el López de Mesa, por ejemplo, son como
aquella mujer tan flaca que cuando se fue a desnudar no se encontró: era
trapos. Quítense las lecturas superficiales, hechas en decúbito, esperando el
sueño tardo, a esos Nietos Caballeros y Arciniegas, y no queda ni el santismo.
En las exposiciones que hacen en nuestro Congreso, se ve claramente que dicen
“cosas aprendidas”; son repetición mecánica de lecturas.
De urgente necesidad es en Colombia una
campaña contra la lectura; hay que instigar a la investigación, a la
experimentación, a la documentación personal; incitar a las excursiones a pie
con objeto científico; formar herbarios, coleccionar piedras y animales.
Necesita el colombiano que lo saquen de los edificios llamados bibliotecas y
que lo lleven al monte, a recorrer, conocer y analizar su tierra, a pie, sin
gominas: necesitamos una juventud maleducada, precisamente lo contrario de lo
que implantaron Agustín Nieto y López de Mesa.
Necesitamos jóvenes peones de la ciencia;
eso de traer habladores europeos, sintetizadores de por allá, como estos
alemanes y españoles llamados Mayerberg, Zuleta y Mazur, es acabar de pervertir
al colombiano, pues ¿qué vamos a sintetizar? ¿No somos esencialmente parleros,
simiescos? El otro día dijeron que en Bogotá habían descubierto un bacilo de no
sé qué enfermedad...
Yo no lo creo y no lo creo; me como el
bacilo que hayan descubierto; por aquí no saben ni dónde está el esqueleto; los
médicos son parlamentarios y los parlamentarios son médicos. ¿Qué diablos va a
haber por aquí? Todos los “grandes hombres” son como esos biografiados por
Juanito Lozano, así: “Este gran estadista (Turbay),
mostró genialidad desde la infancia, pues a los cinco años le dio un garrotazo
a un compañero, de infantil y, siendo ya médico, le tendió el revolver a un
colega que le iba a pegar, etc.”. Además de ésta, he leído otra biografía hecha
por Juanito, la del Araújo, y desde entonces repito diariamente: me como todo
lo que hagan por aquí, sobre todo a los “grandes hombres”.
Lo que pasa es que los muchachos colombianos
leen mucho y creen todo lo que leen; carecen de facultad defensiva y opinan
leyendo; son opinantes. Por aquí hay tierra pero no hombres.
—
o o o —
XXIII
¿Es verdad o no que Colombia está tiranizada
por lo astutos de El Tiempo? ¿Es o no que impiden gobernar, que
secuestran los cadáveres, el honor, los presidentes, los congresos? ¿Tiene
razón este loco de Envigado al predicar desde 1928 contra esos hombres de
corazón tableado? ¿Es cierto o no que los honores han sido el precio pagado por
los Santos en el contrato de compraventa de conciencias? Si aún lo dudáis ahí
está el presidente López con su varonil renuncia, la cual se resume en lo
siguiente: el Santos exige que gobierne en su nombre.
Si lo dudáis, leed el último documento de
ese hombrecillo genial en la astucia como todos los animales débiles; dice el
Santos: “Yo pongo a Dios por testigo de que a ningún congresista le ordené que
votara negativamente los proyectos del presidente López”...
¡Caramba, que sólo en estas tierras
paludosas pueden aparecer humanidades que usen de las artimañas del gusano, que
se enrosca para que no lo pisen!
Fuente:
Nociones de izquierdismo. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia,
Colección Celeste, febrero de 2000.
http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Gonz%C3%A1lez,%20Fernando/Gonzalez%20Fernando_Nociones%20de%20izquierdismo.pdf
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