Así será la campaña para entronizar a Vargas Lleras como próximo
mandamás de la Casa Presidencial. Ya lo vimos con la elección de Peñalosa en Bogotá. Ese modelo se repetirá, pues ha sido exitoso. Tendrá los billones de
los fondos de pensiones de millones de trabajadores depositados en los bancos
de Sarmiento Angulo, los mismos que fueron autorizados por un decreto ejecutivo
reciente para ser utilizados en la construcción de las dobles calzadas de
cuarta generación que adelanta la empresa de Sarmiento Angulo, la privilegiada
corporación favorecida con las contrataciones correspondientes de carreteras,
viaductos, túneles, puertos y aeropuertos. En eso se gastaran casi 35 mil
millones de dólares hasta el 2018.
El asunto de un eventual cese al fuego bilateral ha surgido nuevamente
en el contexto de los diálogos sobre el "fin del conflicto",
contenido en el punto tres de la Agenda de La Habana para alcanzar la paz. Sin
embargo, el sentido de la formulación enmascara un juego político muy al estilo
del señor Santos que apunta a desviar la construcción de una paz con
justicia social para sacar ventajas que benefician directamente al bloque
oligárquico dominante y su régimen político.
Bien sabido tenemos que el Jefe de la Casa de Nariño es un tahúr
inveterado, acostumbrado a las más sucias maniobras para golpear de sorpresa en
los juegos orientados al afianzamiento de las clases minoritarias que
representa. Lo vimos en los recientes comicios locales. Compra y venta de votos,
fraude con los sufragios, ventajas mediáticas, contaminación con encuestas,
financiación a manos llenas por parte de los contratistas de los megaproyectos
gubernamentales de los candidatos oficialistas, clientelismo y violencia
militar y paramilitar para imponer los nombres santistas y apabullar los
líderes populares y de izquierda democrática.
El Presidente y el Vicepresidente Vargas Lleras dieron rienda suelta a
una poderosa maquinaria electoral para hacer prevalecer las facciones políticas
asociadas con el gobierno, sin importar medio y recurso, pues el fin siempre
justifica los medios. Estos gestores de las estrategias oligárquicas solo creen
en la manipulación desvergonzada, pues según ellos, en política todo vale.
Vargas Lleras es el ungido por la casta oligárquica para que en el
cuatrienio que se inicia en el 2018, avance en el viraje ultraderechista para
atenuar los acuerdos y consensos de paz que se firmen en los siguientes 30
meses con las Farc y el Eln. Vargas Lleras es la contra de la paz con justicia
social y democracia ampliada. Veremos entonces una agudización del conflicto
social y político en un contexto marcado por el estancamiento secular y el
austericidio que impondrá la recesión y la expansión del déficit fiscal y el
comercial de la balanza externa.
Pues bien. Enfocados en el tema de las conversaciones de paz que se
adelantan en La Habana, han surgido novedades que bien deben ser descifradas en
su alcance e intención perversa.
Santos ha hecho la propuesta de acordar un cese bilateral al fuego desde
el primero de enero del año entrante, frente a lo cual las Farc han sugerido
anticiparlo en el mes de diciembre próximo.
Sin embargo, la verdadera intención del Presidente es otra. Como es
usual en él. Lo que ocurre es que en estos momentos hay una gigantesca ofensiva
de las Fuerzas Armadas contra los frentes y bloques guerrilleros en tregua
desde hace algunos meses. Brigadas, batallones, flotillas aéreas, artefactos
submarinos y tropas contraguerrilleras de asalto lanzadas en operaciones
bélicas para afectar a la insurgencia revolucionaria y a sus dirigentes.
Todo esto se quiere tapar con el globo del cese bilateral santista. El
interés es desviar la atención de la opinión pública.
No obstante, lo que está en curso es muy grave, y tal como lo han
advertido los propios dirigentes de las Farc y movimientos sociales que luchan
por la paz, las provocaciones militares bien pueden destruir lo avanzado en
materia de acuerdos y echar el proceso al traste. Malograrlo. Destruirlo y
regresar a la guerra.
El gesto demagógico de Santos además suma dos disparatadas ideas en
materia de concentración y veeduría de un hipotético cese al fuego bilateral.
En lo atinente a la concentración lo que se pretende, simple y
llanamente, es conformar unas corralejas para exterminar a los integrantes de
las filas guerrilleras.
La elite dominante no ha renunciado a la idea de acribillar a los
miembros de las guerrillas agrarias. No ha renunciado al proyecto de la paz de
los vencidos.
En el fondo lo que el señor Santos y sus delegados en La Habana se
proponen es precipitar la firma de un pacto final que sintetice su proyectada
paz neoliberal.
Pretenden pasarse por la faja un amplio conjunto de temas pendientes de
negociación como las extensas salvedades de los acuerdos alcanzados hasta el
momento; el desmonte del paramilitarismo que ha sido, nuevamente reorganizado
desde las brigadas militares en alianza con las mafias del narcotráfico; las
garantías de no repetición de la violencia; el papel de las fuerzas armadas en
una democracia ampliada; la ley de amnistía e indulto; la conformación de la
jurisdicción de paz; y la convocatoria de una Asamblea Constituyente popular y
soberana que refrende los acuerdos, les de legitimidad y los blinde
jurídicamente.
En esos términos el cese bilateral al juego diseñado por Santos no es
más que otro "falso positivo" parecido a los que masivamente se
dieron cuando él fue Ministro de la Defensa del caballista del Ubérrimo, época
en que fueron asesinados casi 5 mil inermes jóvenes para que los militares
involucrados pudiesen recibir las recompensas monetarias previstas en los
partidas presupuestales del Plan Colombia financiado por el imperialismo
gringo.
Desde luego esos son los cálculos de Santos. Falsos por supuesto.
Hoy, la correlación de fuerzas, tanto interna como externa, no es
propicia para el bloque contrainsurgente de poder y su nefasto modelo de paz.
El uribismo ha sido debilitado electoral y políticamente y el triunfo de las
fuerzas oficialistas está pegado con babas por la evidente podredumbre de su origen.
En el ámbito internacional el
imperialismo norteamericano no las tiene todas bajo control. En Siria no han
podido repetir lo de Libia y la acción conjunta de Rusia, Irán, Irak y Siria
han desbaratado con golpes contundentes la banda terrorista del ejército
islámico armado por la Cía y la Agencia Nacional de Inteligencia gringa para
derrocar al Presidente Bashar al-Asad.
De manera adicional, la presencia del "soft power" chino en
América Latina y el Caribe es un factor de mucha importancia que contrarresta
la prepotencia imperialista.
Además, no es cierto que haya periclitado el ciclo progresista que
durante los últimos años ha comprometido varios pueblos y Estados de nuestra
región. Que son justamente los que han dado con mucho ahínco su respaldo al
proceso de paz con las guerrillas revolucionarias.
En conclusión, la paz no puede ir al ritmo de las imposturas y jugadas
traicioneras de Santos.
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