El alcalde de
Bogotá rescató para el vocabulario corriente el término bolardo, definido por
el DRAE como “poste de hierro colado u otra materia hincado en el suelo y
destinado a impedir el paso o aparcamiento de vehículos”.
Pero la gente lo
relaciona con “cemento”, y cemento es lo que aparece en los planes de Peñalosa
para Bogotá, sean avenidas o edificios de apartamentos, y precisamente en los
terrenos que conforman la Reserva Thomas van der Hammen.
Resulta seductor para Peñalosa todo lo que
tenga relación con el polvillo aquel, pero en el fondo hay algo de mayor bulto
que esta referencia simple: el favorecimiento de ciertos intereses, entre los
cuales muy temprano apareció la noticia de que uno de sus miembros de gabinete
es propietario justamente allí.
Al alcalde no le importa que la Reserva
tenga características especiales. Para descalificar el proyecto ambiental,
Peñalosa sigue hablando de “potreros”, en aparente ignorancia sobre la calidad
de los suelos, pero sabiendo que al utilizar un término despectivo logra
arrastrar la opinión de mucha gente que carece de criterio para opinar frente a
un asunto de trascendencia.
Los terrenos de la Van der Hammen
constituyen “un pulmón de Bogotá después de los Cerros, para garantizar la
conectividad ambiental entre los Cerros Orientales y el río Bogotá, mejorar la
calidad del aire y proteger la diversidad de especies de la Sabana”. Para
llegar a estas conclusiones, el proyecto de la Reserva se sustenta en por lo
menos diez estudios, la mayoría a cargo de la Universidad Nacional.
Primero habló el mandatario bogotano de un
plan para miles de viviendas que bien pudieran edificarse en terrenos menos
sujetos a controversia. Pero no. A la primera autoridad de Bogotá le atrae casi
morbosamente que sea allí, en la Reserva, dejando la sospecha de intereses
billonarios en juego.
En la Reserva están el Bosque de las
Mercedes, la quebrada La Salitrosa, humedales como el de Torca-Guaymaral y el
Bosque de las Lechuzas. Geomorfológicamente, estamos frente a un sistema de
montaña, piedemonte, altiplanicie y valle inundable, en condiciones
hidroclimatológicas más húmedas que las del resto de la Sabana (infiltración
hacia los acuíferos de los Cerros), con positivas implicaciones que claman por
la protección de esos terrenos.
En cuanto a las especies vegetales que
pueblan el espacio de la Reserva, hay 514 de gran interés científico, además de
unas 180 de pequeños mamíferos ausentes de otras zonas del norte capitalino, y
mariposas nuevas. En algunos casos, nos encontramos con especímenes únicos, así
como con especies en vía de extinción, incluso registradas como desaparecidas y
que han vuelto a aparecer según el Jardín Botánico de Bogotá.
En fin, la importancia de la Reserva Van der
Hammen exige que se dejen oír con fuerza algunos personajes como Manuel
Rodríguez Becerra, primer titular del Ministerio de Ambiente del país; Juan
Mayr Maldonado, exministro también de la misma, y Andrés Hurtado García,
admirablemente terco en la defensa de los recursos y del medio.
*Sociólogo de la Universidad Nacional.
Para descalificar el proyecto ambiental, Peñalosa sigue hablando de ... ambiental entre los Cerros Orientales y el río Bogotá, mejorar la calidad del
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